Redacción Guayaquil
La transformación de una vivienda en un centro de exposiciones no fue tarea fácil. En una especie de rompecabezas, los restauradores recuperaron la poca estructura que aún quedaba en pie, luego de hurgar en la historia para rescatar los diseños originales y reconstruir los elementos que se perdieron con los años.
Los grandes ventanales con vista al río y la estructura de madera y caña se remontan a los años 1900. La Casa Pintado, ubicada en El Fortín del tradicional barrio Las Peñas, fue la morada de fin de semana de Gabriel García Gómez, padre del ex presidente Gabriel García Moreno.
En 1830 perteneció a Rosa Morán Butrón, y hacia 1950 pasó a Lidia Pintado Herrera, de ahí tomó el nombre.
Aunque se decía que en la casa habría habitado Antonio Neumane, quien creó la música del Himno Nacional, el italiano y su familia vivieron, a partir de 1866, en la edificación vecina conocida como la Casa Robles.
En la planta baja estaban ubicados los dormitorios. El principal tenía vista al río Guayas. Pequeños balcones con balaústres y pasamanos de madera conjugaban con el ambiente ribereño.
Hoy, ahí funciona una exposición itinerante del Ministerio de Turismo del Ecuador. La Ruta del Libertador en Guayaquil se muestra entre videos, pancartas y reseñas.
En este piso es fácil observar las columnas de madera, talladas a mano. Son solo una pequeña muestra de las estructuras originales que conserva la casa.
Ramiro Velasteguí, coordinador de Proyectos de la Fundación Malecón 2000, explica que se conservó apenas entre el 5 y el 8% de la estructura. El resto se perdió en el tiempo.
Pero los planos originales permitieron recrear lo que fue la vivienda. Con tablones de cedro se replicaron los portones y ventanales.
Aunque no se conocía el color real, se utilizaron técnicas modernas para revelar la verdadera identidad de la casona: verde claro en los ventanales y balcones, y rosado en la fachada.
El piso y las losetas se reconstruyeron con madera de chanul. El equipo restaurador colocó tratamientos preservantes para garantizar una durabilidad de por lo menos 15 años. “Se mantuvieron los procesos constructivos usados por los carpinteros ribereños”, dice Velasteguí.
Uno de esos procesos fue la utilización de caña para construir las paredes, las cuales fueron además revestidas con cemento.
Se mantuvo la tipología original de los patios centrales, que en los inicios de la casa llegaban hasta el río. Debajo de la edificación había un atracadero y junto a él, la habitación del canoero, que en la época se consideraba como el chofer de la familia.
“Se realizó un pilotaje completo de madera para garantizar que la casa soporte un mayor peso. Todos los puntales tienen un revestimiento de mampostería de ladrillo”, señala el arquitecto.
Un tragaluz une los dos pisos de la vivienda con la buhardilla. Se consideraba una chimenea de ventilación debido al clima tropical. Estaba ubicada entre la cocina y las bodegas.
Hoy es un punto atractivo en la entrada. Desde ahí se dimensiona el espacio que era la sala principal y ahora puede adaptarse a un museo, parcialmente como biblioteca o una sala de propósitos múltiples, como exposiciones culturales y turísticas.