Redacción Quito
En el patio infantil de la Fundación Casa de Refugio Matilde, en el sur de la ciudad, los niños bailan y cantan muy alegres. Ayer, cinco infantes dejaron el aula donde hacían actividades con plastilina para cantar una canción a Matilde.
Eso distrajo la atención de dos madres de familia que se ocupaban de las tareas de lavandería. En la cocina, en cambio, muy temprano, a las 09:55, ya se definía el menú del día para el almuerzo. Esto mientras se terminaban las tareas de limpieza por los pasillos, patios, baños y las habitaciones del albergue.
No son las únicas actividades cotidianas que se cumplen en este hogar ubicado en la calle Matilde Hidalgo. En la agenda diaria también consta asistir a charlas psicológicas y motivacionales, tanto para las madres de familia que han sido víctimas de maltrato intrafamiliar como para sus hijos.
En esta Casa de refugio que se abrió en 1995 viven 35 personas. 10 son madres de familia y 25 infantes. Hasta este sitio llegan mujeres de distintas partes de la ciudad y de otras provincias que han sido víctimas de la violencia.
Carol N., de 25 años, es una de las pocas mujeres que se anima a contar una parte de su vida. Ella dice que nació en Perú, pero está en el país desde hace cinco años. Vivía en la Loma de Puengasí. “Conocí este sitio hace un año. Pero hace siete meses ya vine a vivir definitivamente. Mi esposo me pegaba y me maltrataba”.
Carol tiene dos hijos. El primero, de 2 años, participa en las actividades de la guardería y al segundo lo carga en su espalda. Tiene pocos meses y emocionada explica que nació en la casa albergue. Los ojos de esta mujer se humedecen al contar que conoció la casa porque la Policía la trasladó hasta este sitio, luego de que su esposo la agredió física y verbalmente.
Ahora, Carol mira el futuro con más optimismo. Ella empezó a buscar un trabajo para mantener a sus hijos y está estudiando corte y confección. “Ha sido de gran ayuda todo el apoyo que he recibido durante este tiempo”.
En esta casa-refugio trabajan dos psicólogas: una para las mujeres y la otra profesional hace tareas educativas y lúdicas con los niños que no están en etapa escolar. También son parte del equipo técnico de la Fundación una trabajadora social y una persona que asesora a las mujeres en los procesos legales, además del personal que trabaja por las noches.
Ana Lucía Vásquez, directora de la Fundación, explica que uno de los tantos propósitos en el que trabaja esta organización es en ayudar a mujeres que son víctimas del maltrato de pareja.
Según Vásquez, las personas que llegan hasta el albergue entran en un proceso de recuperación psicológica y pueden permanecer el tiempo que dure el tratamiento. En la mayoría de casos va más allá de los tres meses.
En uno de los cuartos donde hay colchonetas y alfombras en el piso se reúnen con Teresa Almeida, una de las psicólogas y coordinadora de la casa.
Ella manifiesta que las conversaciones con las mujeres se las hace en el piso para poder conversar y conocer las historias de violencia intrafamiliar.
Otro cuarto de la misma casa se lo utiliza para talleres con madres y niños. El área infantil está adecuada con juguetes en un cuarto y un espacio verde en el patio trasero. “Es un proceso paulatino donde se trabaja en recuperar la confianza entre el niño y su madre”, concluye Almeida.
El apoyo a la Fundación
El financiamiento de la Casa Refugio Matilde tiene el apoyo gubernamental y de entidades privadas. La gestión de los recursos se realiza cada año.
El personal técnico de la Fundación labora de 09:00 a 17:30. Hay funcionarios que trabajan en la noche para recibir a madres de familia.
Una de las formas de gestionar recursos es recolectar ropa y juguetes para luego ponerlos en venta. Para ayuda puede comunicarse al 262 5316.