Aunque el vicepresidente Lenincito pide un Ecuador sin ‘barreras’, no queremos ser tan drásticos. Todavía está a tiempo de rectificar, don Gus.
En un año de gestión, usted apenas ha hecho una milla de adoquinado, o sea, nada. Ha implementado el ‘pico y plata’ y ha hecho vías exclusivas para los mil ciclistas que hay en esta capital.
En cuanto a las demás vías (99,9%), ha convertido a Quito en una ciudad de primera, porque solo en esa marcha se puede atravesar tanto hueco. Si uno mete segunda, se golpea el chasís.
Ahora, se le ha ocurrido una ideota: sangrarnos a los quiteños para darnos lo que es nuestro. Ya que es posible que nuestro dinero solo alcance para mantener la burocracia municipal, se idearon el Plan Vampiro. Tasa a la gasolina en el cantón Quito, con lo cual subirán los precios de los terrenos en el cantón Rumiñahui, adonde irán a parar la mitad de las gasolineras de Quito. Tasa a los vehículos nuevos, con lo cual aumentarán las ventas de carros en Cayambe. Ya se adueñaron de las vías, cobrando a los dueños (los que pagan impuesto predial) por estacionar en sus propias calles.
Solo veo una solución. Vaya, don Gus, a hacer una pasantía en Guayaquil y aprenda a rugir. No es por ser regionalista, pero el dinero del centralismo absorbente solo lo absorben los que sabemos.
Ya es hora de que el Rajuel afloje el cushqui para esta inmortal ciudad que lo convirtió en cacique.