Dicen que la señora Irma, que hace la limpieza de los pisos en Palacio, está muerta de miedo.El otro día había estado limpia que limpia y de pronto tremendo susto porque se aparece un fantasma flaco, con pinta de Don Quijote despechado, gritando con voz de ex publicista: “Irrrrrrrrrrrrrrma, no sabes con quién te estás metiendo, mejor sal de esta oficina”.Como Irma sí sabe con quién se está metiendo salió en carrera por la Plaza Grande, porque pensó que podían meterle presa o convertirle en personaje de uno de los enlaces de los sábados.Dicen también que don Alfredito, el conserje del segundo piso, ya no quiere volver al trabajo.El otro día había estado ordena que ordena los papeles, tasas de café y periódicos viejos en los despachos de los altísimos funcionarios y de pronto escuchó una voz como de ultratumba: “Alfreeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeedo, mejor sal de esta oficina”.Y como Alfredo sí sabe con quién se está metiendo salió raudo por la cochera de Palacio, tomó la calle Chile y no paró hasta llegar a la Cima de la Libertad y pegar el segundo grito de independencia.Dicen también que el maestro Juan, el mecánico de los carros oficiales, estaba bajo la limusina presidencial ajustando unos tornillos cuando una voz de un hombre delgado de barba mal crecida le anunció lo mismo que a Irma y Alfredo. Juan no salió corriendo porque él sí sabía que aunque todo el gabinete estaba de vacaciones, un importantísimo funcionario se había quedado para cuidar que ningún sospechoso hurgara los sagrados papeles de la Revolución Ciudadana.