La violenta cárcel mexicana de Topo Chico vive sus últimos días

Desde fines de agosto del 2019, se iniciaron los traslados de internos de Topo Chico y otros dos penales a centros federales de reclusión. Foto: AFP

Desde fines de agosto del 2019, se iniciaron los traslados de internos de Topo Chico y otros dos penales a centros federales de reclusión. Foto: AFP

La población actual en la cárcel de Topo Chico es de 2 685 reos. Foto: AFP

La vieja prisión de Topo Chico, inaugurada en 1943 y representativa de la violencia en las cárceles mexicanas, cerrará sus puertas el 30 de septiembre del 2019 debido a los insuperables vicios que la caracterizaron por años.

En su lugar será instalada la sede del Archivo Histórico del norteño estado de Nuevo León.

De esta manera, Topo Chico seguirá los pasos de la cárcel de Lecumberri, una prisión de negra historia que funcionó la mayor parte del siglo XX en Ciudad de México y es desde 1976 Archivo General de la Nación.

El secretario de Gobierno de Nuevo León, Manuel González Flores, informó a principios de septiembre que a fin de mes la prisión de Topo Chico dejará de albergar reos.

Desde fines de agosto, las autoridades penitenciarias estatales iniciaron los traslados de internos de Topo Chico y otros dos penales a centros federales de reclusión. La población actual en Topo Chico es de 2 685 reos.

Llamada formalmente Centro Preventivo y de Reinserción Social Topo Chico, es una prisión estatal que debido al crecimiento de la ciudad quedó ubicada en la periferia del primer cuadro de Monterrey, capital de Nuevo León.

En los últimos tres años fue escenario de múltiples riñas y en diversas ocasiones los reos se han amotinado para denunciar la complicidad de las autoridades carcelarias con miembros del crimen organizado que controlan el penal.

Una de las masacres dejó 49 fallecidos y se considera la más grave del país cuanto menos de la última década. Ocurrió en febrero del 2016, cuando dos bandos del grupo criminal los Zetas se disputaron el control de Topo Chico.

Desde fines de agosto del 2019, se iniciaron los traslados de internos de Topo Chico y otros dos penales a centros federales de reclusión. Foto: AFP

La riña provocó que se incendiara la cocina, la bodega de víveres y otros puntos del penal.

Una segunda reyerta en junio de ese año dejó un saldo de tres muertos y 21 lesionados.

Según un informe publicado ese año por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), la sobrepoblación, el hacinamiento, el autogobierno y la falta de personal carcelario en Topo Chico llevó a esta trágica situación.

Pero además, la CNDH detectó privilegios con celdas de lujo equipadas con pantallas e incluso saunas, objetos y sustancias prohibidas, y la ausencia de protocolos para la prevención, manejo y control de motines y otros hechos violentos.

En marzo de 2019, una protesta por el traslado de unos 500 presos dejó un muerto y una treintena de heridos.

Para mostrar su poder dentro de prisión, el 31 de diciembre de 2010 sicarios de los Zetas sacaron de la prisión a una interna, Gabriela Muñiz Tamez, "la Pelirroja", y la colgaron en un puente peatonal de una importante avenida de Monterrey debido a que era la novia de un capo del grupo rival, el Cartel del Golfo.

Se estima que el grupo obtenía en la prisión suculentas cantidades de dinero por cobro de cuotas de "protección" a reos de nuevo ingreso, venta de droga y otros negocios, según informes oficiales.

En su Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2018, la CNDH identificó que el número de homicidios en las cárceles mexicanas bajó de 108 en 2017 a 31 en 2018.

En el 34% de los centros estatales -como Topo Chico- persiste la sobrepoblación y en 44% el hacinamiento en celdas.

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