432 uniformados recibieron capacitación para detectar vacunas falsas covid-19 en Ecuador

Policías de la Dirección Nacional de Control de Frontera realizan un taller para identificar las vacunas adulteradas que pudiesen ingresar al Ecuador a través de los pasos fronterizos.  Foto: Sara Ortiz/ EL COMERCIO.

Policías de la Dirección Nacional de Control de Frontera realizan un taller para identificar las vacunas adulteradas que pudiesen ingresar al Ecuador a través de los pasos fronterizos. Foto: Sara Ortiz/ EL COMERCIO.

Policías de la Dirección Nacional de Control de Frontera realizan un taller para identificar las vacunas adulteradas que pudiesen ingresar al Ecuador a través de los pasos fronterizos. Foto: Sara Ortiz/ EL COMERCIO.

Con el arribo de la vacuna con la que el gobierno enfrentará la propagación del covid-19 se divisan nuevas amenazas: vacunas falsificadas o robadas. La Policía está alerta. Sabe que existen mafias que ya ofertan la medicina adulterada por Internet y que las dosis que se venderán en Colombia podrían ser robadas e ingresadas al Ecuador.

“El objetivo es adelantarnos y cerrarles el paso”, dice Joan Luna Valenzuela, jefe de la Dirección Nacional de Investigación de Delitos Aduaneros. Sus palabras se reproducen en pantallas.

El miércoles 13 de enero del 2021, él dirigió una capacitación virtual para policías de la Dirección de Control de Fronteras. “Es importante alertar a la ciudadanía”, agrega. Sus advertencias son recibidas por los agentes distribuidos en Pichincha, Imbabura, Carchi, Sucumbíos, Loja, El Oro y Esmeraldas.

La idea de la charla es que los agentes puedan identificar una vacuna falsa de una verdadera. Desde hace dos semanas 435 agentes han recibido esta capacitación. Pertenecen a las unidades que controlan fronteras e investigan delitos aduaneros y tecnológicos.

El miércoles, Luna y Eugenio Abad, delegado de Pfizer, empresa a cargo de suministrar las vacunas en el país, entregaron datos sobre la medina.

Las dosis deben ser almacenadas en refrigeradores. No hay presentaciones individuales, sino que vienen en bandejas de 10 dosis. El lote tiene un número de serie y cada vacuna cuenta con un código de barra y un registro sanitario otorgado por la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria.

Las preguntas de los uniformados se acumulan para el final de la charla. El Capitán Luis Mena, está en el Comando de la Policía de Carchi. “¿Hay alguna aplicación para identificar las vacunas con los códigos de barra?”.

El teniente Gustavo Reyes, desde Sucumbíos, pregunta cuál es el procedimiento que se debe aplicar en caso de detectar producto falsificado y el capitán Fabián León, desde El Oro, solicita más información sobre las amenazas que se han presentado en los países vecinos.

El oficial y el representante de la farmacéutica despejan las dudas una por una. “No existe ninguna aplicación”, dice Luna.

Les recuerda que si una vacuna ingresa por las fronteras terrestres debe ser decomisada automáticamente. Luego se confirmará con Pfizer si se trata de una medicina adulterada o es parte de algún lote.

Abad les indica que la farmacéutica tiene códigos de seguridad para cada país. Así que se podrá rastrear la procedencia. Una vez detectada la medicina, el procedimiento a aplicar es el mismo que con otros productos, que aparecieron en la pandemia como los insumos de bioseguridad.

El año pasado, la Policía ha decomisado, por contrabando, 1,8 millones de guantes, pruebas PCR, alcoholes, geles, visores, etc. Por los 141 pasos no autorizados que existen en las fronteras norte y sur se han incautado otros 145 000 productos de bioseguridad y 104 535 medicinas.  

Para la Policía, hay dos amenazas externas y una interna. Las primeras provienen de Colombia, Panamá y China. Los reportes policiales indican que en el país asiático se ha fabricado una vacuna falsa.

Esa misma fue encontrada en Panamá en diciembre. Se trata de una especie de ampolla que es manejada a temperatura ambiente.

En Colombia, en cambio, la información señala que tanto el gobierno local como las alcaldías podrán adquirir de forma libre. Es posible que alguno de esos lotes se desvíe para el Ecuador, dicen los policías.

La amenaza interna está vinculada con el manejo de las dosis por parte de los funcionarios públicos. “Debemos asegurar que cada vacuna sea ocupada por completo, que no quede líquido. Porque si se reúnen algunas sobrantes ya se podría completar una dosis y se podría vender por las redes sociales”, advierte Luna.

Los 15 policías que están en Quito toman nota en sus libretas y celulares. Otros toman fotos de las diapositivas que van asomando a lo largo de la capacitación que dura una hora y media. “¿Estamos listos para actuar?”, pregunta Pablo Ramos. Él está encargado de la Dirección Nacional de Control de Fronteras. Los 215 repiten en voz alta “afirmativo mi coronel”.

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