El Municipio de Rumiñahui repartió mascarillas, además de kits de alimentos, a la población vulnerable. Foto: Eduardo Terán/ EL COMERCIO
La mayoría de casos de la provincia de Pichincha se concentra en la capital, cuya Alcaldía insiste en la necesidad de hacer más pruebas. En Rumiñahui y Mejía hay menos de 30 infectados.
Tras un mes de emergencia sanitaria, Pichincha registra hasta este 17 de abril 779 casos confirmados, de los cuales el 92,6% se concentra en Quito. Muy por debajo- con menos de 30 infectados cada uno- están los cantones Rumiñahui y Mejía.
Las localidades con menor contagio son: Pedro Vicente Maldonado, Pedro Moncayo, Cayambe y Puerto Quito, con menos de cinco positivos cada uno. Un cantón se destaca por no registrar casos: San Miguel de los Bancos, en el noroeste de la provincia.
Sin embargo, las cifras no son consideradas concluyentes, porque hasta el jueves 16 de abril del 2020 en la provincia había 1 156 pruebas en espera de resultados. Este grupo representa 30,4% de muestras tomadas.
Además, Rumiñahui y Quito están entre los 10 cantones con más densidad poblacional por km², por lo que demandan más control para evitar aglomeraciones y que el avance del virus no sea exponencial.
El alcalde, Jorge Yunda, reconoció la necesidad de hacer más pruebas y puso como ejemplo a Corea del Sur, que practica 25 000 pruebas al día. Con más exámenes se logra crear un cerco epidemiológico más efectivo, asegura.
Propuso al COE provincial comprar un avión para traer un millón de pruebas. Esta iniciativa surge por la complejidad para obtener test, debido a la alta demanda global.
Al comparar a Pichincha con Guayas, el secretario de Salud del Municipio de Quito, Lenín Mantilla, calcula que en el Puerto Principal se han realizado 4,1 veces más pruebas, por lo que se pudiera pensar que con la oferta de pruebas se tendría cuatro veces más casos en Pichincha. Mientras se prevé que lleguen más test y se mantiene el aislamiento, las cifras oficiales muestran que en Quito, de 2,7 millones de habitantes, hay dos contagiados por cada
10 000 personas y un porcentaje de letalidad del 4,9%.
En Rumiñahui, los esfuerzos se centran en lograr que sus 135 000 habitantes eviten movilizarse. Wilfrido Carrera, su alcalde, reconoce que es una misión difícil por su densidad poblacional, y al estar en el centro del valle de Los Chillos hay una intensa actividad comercial de parroquias rurales de Quito y de Mejía. Se trata de 400 000 personas que se movilizan, calcula.
La mayoría de sus 26 casos confirmados se concentra en Sangolquí; ahí lamentablemente ya enterraron a la primera víctima. Se cuenta con 200 columbarios públicos y han gestionado espacios y también mejores costos en una funeraria privada.
A una hora de Quito, Cayambe se ha mantenido con un caso. Se trata de una persona que labora en otro sector y está en aislamiento domiciliario disciplinadamente. El cantón, por ahora, cuenta con 300 pruebas, que compró a un laboratorio privado.
Su alcalde, Guillermo Churuchumbi, explica que se ha logrado que al menos 25 000 personas -cuarta parte de su población- conozca los riesgos y qué hacer si se infectan. El 1 de marzo, un día después de que Salud confirmara el primer caso en el país, se reunió la asamblea cantonal en el Teatro Luis Felipe Forja. Acudieron rectores de planteles educativos, dirigentes barriales, de florícolas y de transportistas.
“Nuestra comunidad sabe que es corresponsable, participa de controles y nos alerta. Además, el irrespeto a la norma de quedarse en casa y de uso de mascarilla se sanciona con trabajo comunitario y, de ser el caso, bajo las normas de la justicia indígena”.
En el caso de Mejía, su burgomaestre, Roberto Hidalgo, se siente preocupado ya que su cantón conecta Costa y Sierra. La mayoría de los 22 casos se vincula con actividades de comercio entre ambas zonas. Entre las medidas tomadas han empezado un proceso de adquisición de implementos para medir la temperatura.
De forma general, en estos cantones se han volcado a controlar los puntos de ingreso, evitar el desorden y las aglomeraciones, desinfectar sitios de alta concentración y entregar kits de alimentos. La utilización de la mascarilla se ha convertido en un pasaporte para circular y se han previsto sanciones.
Algunos además han decidido utilizar el presupuesto, que estaba destinado para fiestas, en medidas para enfrentar la emergencia.
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