Los visitantes pudieron acceder para ver de cerca las cúpulas de la Catedral de Cuenca. Foto: Xavier Caivinagua/ EL COMERCIO
Una puerta pequeña de hierro de la Catedral de la Inmaculada Concepción, ubicada en la capital de Azuay, en el sur de Ecuador, siempre permanece cerrada. Sin embargo, ese ingreso situado en la calle Sucre se abrió hoy, 6 de julio del 2014, para que los ciudadanos y turistas ingresen y puedan conocer las criptas de este templo, que data de 1875.
Desde las 09:30, la Fundación de Turismo para Cuenca y la Universidad de Cuenca iniciaron la campaña denominada Conoce tu destino. El objetivo es que los habitantes de esta jurisdicción y turistas recorran la urbe.
Según María Augusta Cando, funcionaria de la fundación, una de las principales falencias en esta ciudad es que sus vecinos no conocen todos los atractivos de esta localidad. Es por ello que con motivo de las vacaciones escolares emprendieron la campaña, que tiene como finalidad hacer que la ciudadanía visiten los museos, templos y edificaciones patrimoniales.
Los feligreses que salían de la iglesia y los transeúntes estaban sorprendidos que aquella puerta abierta de par en par. Una de las familias visitantes fue de Lupe Ñauta, de 50 años, quien se sintió privilegiada de conocer el interior de este inmueble, que siempre le ha parecido un misterio.
Algunos visitantes se sintieron asombrados de poder acceder a lugares turísticos que suelen estar cerrados al público. Foto: Xavier Caivinagua/ EL COMERCIO
Esta cuencana deseaba ingresar al lugar desde hace mucho tiempo. Tenía curiosidad. Dentro de los pasillos estaba maravilla con los nichos y tumbas.
En este espacio de 96 metros de largo y 12 metros de ancho hay 300 cuerpos enterrados. Entre ellos hay personajes e intelectuales que han dejado huella en el país, como: Remigio Crespo, Miguel Cordero Crespo, Eudoxia Alvarado, José Arízaga, entre otros.
La guía turística Mónica Bautista explicaba a los visitantes que existen también 100 nichos y 35 espacios libres. Estos lugares están reservados para los religiosos de la Iglesia Católica.
Las monjas de la comunidad Marianita de Jesús también visitaron las criptas. Ellas sabían que hay este cementerio. Pero no habían entrado.
La madre Raquel Peláez se detenía a leer los nombres de las lápidas. También contemplaba las esculturas de Cristos y Vírgenes que hay en el lugar.
El recorrido continúo en las cúpulas de la iglesia y en la terraza Santa Ana. La colombiana Juanita Gómez, de 17 años, estaba maravillada de ver Cuenca desde el templo.
Al igual el guayaquileño Joel Pilco, de 33 años, no dejaba de tomar fotografías de las cúpulas y de la terraza. El recorrido concluyó en el interior del templo que tiene capacidad para 8 000 personas y donde se observa una variedad de arte religioso y los vitrales realizados por Guillermo Larrazábal.