“Aunque el panorama es confuso en relación con la segunda vuelta presidencial, que se realizará el próximo 14 de enero, los resultados de los comicios de este domingo en Chile dejan claro que es una sociedad políticamente madura, que entiende la estabilidad y el desarrollo no como fruto de iluminados o caudillos sino como un proceso consensuado entre sus líderes.
No de otra manera se entiende que un candidato de derecha, cercano incluso a ciertos sectores de la ex dictadura pinochetista, sea el postulante que recibió el mayor caudal de votos, mientras el aspirante del oficialismo alcanzó el segundo lugar, a considerable distancia del triunfador, pese a que la actual Presidenta tiene alrededor de un 80 por ciento de popularidad.
El escenario inédito será que, por primera vez en la historia, después de la salida del poder del general Pinochet, las curules para diputados y senadores probablemente sean ocupadas por una mayoría favorable al candidato de la derecha.
¿Cuánto afectará esa situación al proceso democrático de Chile? No mucho, al parecer, pues en ese país reina la sensación de que, gane quien gane la Presidencia en los comicios de
la segunda vuelta, no habrá grandes cambios en el especial modelo económico (una mezcla de neoliberalismo y socialismo europeo) que inició Pinochet y que consolidó la Concertación (coalición de partidos de izquierda y de centro que ha gobernado por 19 años consecutivos).
La principal lección que América Latina puede recoger del proceso chileno es que sí es posible construir un Estado moderno y progresista con base en grandes acuerdos nacionales y por sobre intereses partidistas o visiones ideológicas sesgadas”.