Esta semana se repetirá la eterna historia de cambiar las hojas del calendario y desear buena suerte a los amigos y familiares, a los ciudadanos, a los países, al mundo todo. Chao 2009, un buen 2010, en pocas palabras. En nuestro caso nacional, con el anhelo de un Ecuador más próspero, transitando por los mejores senderos posibles, con aspiraciones y perspectivas de solucionar problemas y bajar tonos. Con la meta de impulsar libertades, consolidar acuerdos y ampliar los ámbitos democráticos, más allá de odios y represalias. En el panorama mundial con sueños de menos crisis, menos disparos. Más progreso, menos dolor y pobreza. Viene, pues, el nuevo año envuelto en una suma interminable de inquietudes y sueños mientras el planeta Tierra sigue girando implacable y dando vuelta alrededor del Sol, que a su vez cumple sus rutinas seculares. Casi se puede decir que el 1º de enero todo estará igual –o casi- que el día anterior, pero el mundo y sus alrededores no dejarán de cambiar, tal como nos describe una comparación entre los siglos.
En lo internacional, el caso más interesante se llamó, al final de cuentas, Obama. Comenzó con el extraordinario suceso de un presidente negro mandando en la gran potencia caracterizada por largos capítulos racistas, con predominio blanco. Luego, la tremebunda responsabilidad de plantear signos de cambio en el ámbito de una sociedad dividida entre conservadores y reformistas, con el telón de fondo de una potencia mundial, entre orgullosa y herida, y con el agravante de una crisis que llega a inquietar, muy seriamente, al modelo capitalista. Total, un panorama contrastante e intensivo, que más parece apto para una super película mezcla de fantasía y de realidad, y que en el balance ha determinado –como era de esperar- avances y problemas. Con elementos positivos para el protagonista, como la buena recepción de sectores internacionales amplios, la simpatía de una buena parte del globo y la aprobación, casi al terminar el año, del gran plan de salud que es una de las bases del “período Obama”, que está en marcha.
Mundialmente no hay una gran guerra, como sucedió dos veces en el siglo pasado. Pero no faltan los conflictos, los problemas y las guerras localizadas, en dos de las cuales sigue interviniendo la potencia de Obama. En plan de continentes, Asia sigue subiendo, con sus exponentes –Japón y China- en pos de competir con los grandes del mundo y aun de superarlos, con diversos esquemas políticos de base. Africa, dando pequeños pasos pero sufriendo también retrocesos, como prueba de que no logra romper el peso de su herencia colonial. Oceanía avanzando. América Latina, un caso especial, con un movimiento general hacia la izquierda, con diferencias en sus esquemas y en sus protagonistas, comenzando por los casos de Lula y Chávez. En fin…