El trabajo diario en las calles requiere de protección extrema

Javier Páez, Giovanna Carrera  y Javier García son paramérdicos de los Bomberos. Foto: Vicente Costales/ EL  COMERCIO.

Javier Páez, Giovanna Carrera y Javier García son paramérdicos de los Bomberos. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO.

Javier Páez, Giovanna Carrera y Javier García son paramérdicos de los Bomberos. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO.

Están preparados para enfrentar tragedias, controlar tumultos y socorrer a personas en riesgo. Pero esta vez ellos no pueden velar por nadie si no empiezan por protegerse a sí mismos. Ahora no enfrentan a delincuentes, accidentes o desastres naturales. La amenaza es silenciosa e impredecible.

Por eso, todo lo antes aprendido es insuficiente, han debido extremar cuidados y fortalecer el trabajo en equipo para mantener a la gente en casa y, al mismo tiempo, cuidarse del covid-19. A los uniformes, radios, gorras, PDA que a diario usan agentes de tránsito y de control, policías, militares y bomberos se suman mascarillas, alcohol, guantes y gafas.

La provisión de estos elementos como medida preventiva consta en un protocolo para protección, ordenado por el Comité de Operaciones de Emergencia Nacional, explica Romel Navarrete, director Nacional de Salud de la Policía.

Por ello, el mando institucional dispuso que en cada provincia los comandantes compren mascarillas, gel, jabón líquido y guantes, aunque estos últimos, según el protocolo, se deben usar cuando haya contacto con fluidos. Además, hay capacitación para el personal sobre prevención.

Según el área de trabajo, los policías usan trajes de bioseguridad en tres niveles. Los cuidados se extreman para personal de áreas como Criminalística, que tienen mayor exposición, dice Navarrete.

La Policía y el Ejército trabajan con los agentes de tránsito y de control del Distrito . Según Juan Manuel Aguirre, director de la Agencia Metropolitana de Tránsito, a diario se entregan guantes, mascarillas y se hacen licitaciones para comprar más de eso y gel antibacterial. “La demanda es alta, pero quien no tiene el kit, no puede salir a trabajar”, dice.

Los agentes de control metropolitano trabajan con protección en las calles de Quito. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO.

Ahora, la Agencia busca proveedores de termómetros digitales para vigilar la temperatura del personal. También es vital la hidratación, explica Aguirre, y por ello se han gestionado donaciones de agua. Un equipo recorre la ciudad para entregarla a los 1 100 agentes que cada día salen a trabajar junto a fiscalizadores, militares y policías en los operativos.

En estos días, la solidaridad aporta al ánimo de quienes cuidan a los quiteños. Aguirre cuenta que han recibido donaciones de pizza y ‘hot dogs’ que los uniformados disfrutan en un momento de descanso. “Es una forma de ser humanos y de retribuir en algo el esfuerzo que ellos hacen en la calle”.

El nivel de exposición es distinto en cada caso, pero los riesgos son similares. Yessenia Mayanquel vigila el uso del espacio público y Jaime Urbina labora en el ECU-911 en la coordinación interinstitucional. Ambos son agentes de control y mientras la primera teme contagiarse en la calle con cualquier persona, el segundo trabaja con cautela en el Itchimbía, pues autoridades que se han reunido a diario allí han dado positivo para covid-19.

Ambos sienten miedo, pero lo combaten para cumplir con su deber. Mayanquel conversa con la gente y le recuerda que el sacrificio de hoy servirá para conservar la salud y frenar una epidemia que ha obligado a países enteros a paralizarse.

Su equipo aún no ha sufrido agresiones, pero le indigna que incluso ha habido heridos en las filas del Cuerpo de Agentes de Control. “Trabajamos en grupo y tratamos de darnos ánimo, porque estar lejos de la familia es muy difícil”, dice.

El nerviosismo no la abandona, pero lo que más le asusta es afectar a los suyos. Por eso, antes de entrar a casa tiene un ritual: “me saco las botas, las sumerjo en detergente y cloro, dejo la ropa afuera, me baño por 15 minutos y recién ahí hablo con mi familia”.

Policías y agentes de tránsito utilizan mascarillas y guantes durante los operativos. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO.

Los paramédicos están entre los más expuestos. Giovanna Carrera, del Cuerpo de Bomberos, trabaja en una ambulancia destinada a transportar pacientes con covid-19. Aunque la bioseguridad es vital siempre, ahora mucho más “porque el enemigo es invisible”.

Las mascarillas y gafas presionan su rostro y sobre una primera capa de protección debe usar un traje blanco y grande que la cubre de pies a cabeza. El calor ahí dentro es difícil de aguantar. “Tengo miedo, pero con nuestros compañeros hemos hablado de cada detalle para protegernos”.

Esteban Cárdenas, comandante de Bomberos, cuenta que su labor ha cambiado pues ahora casi no hay accidentes, pero las emergencias médicas aumentaron: de 45 al día subieron a 70 y la mayoría son casos de desmayos, hipertensión y problemas cardíacos.

Ahora, los turnos se ajustaron y el personal trabaja cuatro días y descansa ocho. La institución tiene equipos biológicos de la Unidad de Materiales Peligrosos, pero se adquirieron más y los procesos de descontaminación son más estrictos. Así, los bomberos pueden tener un respiro cuando la puerta de su estación se cierra.

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