Redacción Quito
El artículo 256 de la Ordenanza de Uso de Suelo, publicada en el Registro Oficial el 24 de octubre de 2008, indica que todos los locales de venta de alimentos deben tener una batería sanitaria para el uso del público. Pero en algunos sitios, sus empleados se niegan a prestar el baño a menos que sean clientes del lugar.
Esto le ocurrió a Silvina López, quien buscaba un baño para su hija de 6 años. El jueves de la semana pasada, López aseguró que entró a dos cafeterías de la calle Venezuela, en el Centro. Allí pidió que le prestaran un baño y en los dos sitios -dice- le contestaron lo mismo: “No tenemos”.
López se molestó por la falta de ayuda en la emergencia. “Me dicen que el baño es solo para los clientes. Con eso me obligan a comprar algo que yo no quiero”.
Tras las negativas que recibió, López llevó a su hija a los baños públicos del Palacio Arzobispal, en la Plaza Grande. Ella tuvo que pagar USD 0,15.
Pablo M. caminaba también por el casco colonial y necesitaba ir a un baño, el mismo jueves en la mañana. Pero como no encontraba estaba dispuesto a orinar en una de las paredes de la Espejo y García Moreno. “No sabía que por aquí hay baños, por eso antes ya he usado las paredes”. Pablo M. también recordó que en algunos sitios no le prestaron el baño.
Para constatar este problema, este Diario realizó un recorrido por algunas cafeterías y locales de venta de comida del Centro Histórico. En los bajos de la iglesia de La Catedral existen cinco cafeterías, al solicitar un baño, los dependientes de estos lugares dijeron no tener uno.
En la Ordenanza se explica que los locales de alimentos deben tener un servicio higiénico para el público. Si no lo tienen, no pueden atender al público.
Para evitar que la gente use las calles y veredas como urinarios públicos, el Municipio instaló 14 baterías sanitarias (EcoCabs) en 2002, solo en el Centro.
Marcia Veracruz atiende una de las 14 EcoCabs. Ella trabaja en la Guayaquil y Mejía, desde las 08:30 hasta las 18:00. Según ella, en un buen día entran hasta 60 personas a utilizar los baños, aunque recalcó que no todos los días son buenos. “Hay días que solo recaudo cerca de USD 2 y eso no alcanza ni para el almuerzo”.
Las EcoCabs son unas estructuras de metal que tienen dos baños con un pequeño lavabo. Entrar a esas baterías cuesta USD 0,10 si no necesita papel y USD 0,15 si lo solicita. Las personas que cuidan estos servicios son las encargadas de cobrar el ingreso.
Pero la instalación de estos sanitarios no ha impedido que las paredes se usen como baños. Al pasar por la esquina de la Benalcázar y Sucre, en la plaza de San Francisco, un fuerte olor a orina se siente a diario. Al mirar al piso, se pueden ver manchas similares a las de agua que recorren la vereda y terminan en la vía.
Los transeúntes que pasan por el lugar evitan pisar estas manchas y usan diferentes movimientos para pasarlas. Rosalía Mejía, comerciante, aseguró que este problema (las cochas de orina) se ve a diario. “Los hombres se orinan en las esquinas y atrás de los basureros”.
Esto ocurre a pesar de que una cuadra al oeste, en la calle Cuenca, funcionan unos baños públicos y en la esquina de la plaza de San Francisco existen dos baterías sanitarias (EcoCabs).
Según Veracruz, la gente no usa con frecuencia los servicios porque deben pagar. “Las personas se molestan porque piensan que como los baños son del Municipio son gratuitos”.
Tres inconvenientes
En las calles cercanas a los baños públicos, en el Centro, no existen señalizaciones que indiquen su ubicación, costo u horario de atención.
En los baños del Palacio Arzobispal no hay agua en los lavabos; para lavarse las manos existe un gran tanque metálico.
Las EcoCabs no tienen techos ni sillas para las personas que las atienden. Para cubrirse del sol o de la lluvia, estas personas deben ubicarse en algún local cercano.