Agentes de la Dinapen localizaron una fiesta clandestina en Quito. La Policía entregó a los menores a sus padres. Foto: Cortesia Ministerio del Interior
Las ventanas son forradas con plástico negro o telas oscuras. La idea es evitar que la luz ingrese. Con esa fachada suelen empezar las fiestas de los colegiales. A estos encuentros los denominan “todos contra todos” y es una práctica que se ofrece en las llamadas “caídas” o fiestas clandestinas a las que acuden los adolescentes.
Todo está permitido. Lo único que los organizadores piden es que se mantenga en secreto el lugar y la fecha de la fiesta para que la Policía no se entere.
Quienes investigan cómo y dónde se realizan estos eventos son los agentes de Inteligencia y de la Dinapen (Policía de menores). Ellos saben que los organizadores de las ‘caídas’ modifican constantemente las formas para convocar a los chicos.
Al principio, el mecanismo más utilizado era a través de Facebook. Así fue como hasta junio del 2015 se realizaron 39 fiestas clandestinas en el país. La Dinapen rescató a 795 adolescentes en estos eventos.
Sin embargo, ese mismo año se detectaron dos mecanismos nuevos para convocar los encuentros. Uno de ellos es la entrega de papeles pequeños afuera de establecimientos educativos. En las hojas, con letras pequeñas, escriben un número de celular. Ese es el contacto para que por medio de chats sepan la fecha de la caída.
Autoridades de planteles educativos de Quito han sido testigos de esa nueva forma de captar a los alumnos. A inicios de este mes, el rector de un colegio capitalino contó a este Diario que descubrieron que cada 30 días realizaban una fiesta en casas comunales.
Ellos accedieron a las invitaciones y alertaron a los padres de familia en una reunión. Así frustraron que los jóvenes fueran a un evento que estaba convocado para el 30 de enero.
Lo mismo hicieron las autoridades de otro centro en el sur de Quito y sus inspectores ya tienen identificados a quienes entregan las convocatorias.
Dicen que también son adolescentes, que se ubican en puntos alejados a las cámaras de seguridad de los colegios, pero que abordan a los estudiantes en paradas de buses, parques y locales comerciales de comida rápida.
Otro de los mecanismos nuevos es por medio de grupos privados en distintas redes sociales y plataformas de mensajería. Para acceder a estos espacios deben ser conocidos de los integrantes. Además, la convocatoria permanece en línea máximo una semana.
Luego la borran y crean otra. Esto para despistar a los agentes que monitorean las redes.
De esto fueron testigos las autoridades de dos colegios del norte de la capital. Ellos supieron que cerca de 50 alumnos de su plantel participaron de una caída en febrero pasado por el día de San Valentín.
De hecho, autoridades del Ministerio de Educación han implementado programas de prevención dentro de los planteles. Así lo explicó Pablo Ormaza, director nacional de Educación. El funcionario mantuvo una entrevista con EL COMERCIO el pasado 23 de febrero y admitió tener conocimiento de que las redes sociales y chats instantáneos son utilizados para este tipo de encuentros.
Además, dijo que conocen que las caídas “se realizan en bares, casas y otros espacios”.
Por eso, en conjunto con los departamentos de consejería estudiantil (DECE), les dicen a los alumnos que en este tipo de fiestas pueden tener riesgos como agresiones sexuales, pornografía infantil, entre otros. También recordó que dentro de las aulas está prohibido el uso de celulares o redes sociales, salvo como herramientas educativas.
Pero, ¿quiénes están detrás de las caídas? Agentes de la Dinapen dicen que los adultos también patrocinan las fiestas clandestinas a cambio de que los menores las convoquen.
Luego, los chicos deben entregarles las ganancias de las entradas que generalmente tienen un valor de hasta USD 5.
Los adolescentes no se encargan de nada más que cobrar y difundir. La música, el licor, el transporte y el lugar son coordinados por adultos que el día de la fiesta no asisten.
Por eso es que en los operativos no hay detenidos, sino solo adolescentes aislados que luego son entregados a sus padres.
En muchos casos, los menores son llevados en buses de la Policía hasta que algún familiar se acerque. Durante el primer semestre del 2015, solo un adulto fue detenido en el país y 16 locales fueron clausurados.
En contexto
Según investigadores de la Dinapen, las ‘caídas’ o fiestas clandestinas convocan a decenas de adolescentes. En estos eventos se incita al sexo y al consumo de drogas. Los jóvenes que asisten, en cambio, dicen que no son obligados a beber ni a tener relaciones.