En Guayaquil se organizó desde el 30 de marzo del 2020 un plan para sepultar a personas fallecidas que permanecieron por días en sus hogares u hospitales. Foto: cortesía Gobernación del Guayas
En medio del aislamiento preventivo obligatorio que se aplicó de forma progresiva en el Ecuador a partir del pasado 13 de marzo del 2020, la situación de las familias que pierden a seres queridos ha sido más complicada y dolorosa.
Mientras en Guayaquil se organizó desde el 30 de marzo del 2020 un plan para sepultar a personas fallecidas que permanecieron por días en sus hogares u hospitales, en Quito se aplican protocolos para enfrentar la situación y evitar que algo similar se repita.
El alcalde Jorge Yunda informó que el Municipio ha coordinado con las empresas propietarias de nueve crematorios, para atender posibles casos de fallecimientos por covid-19. En principio, el Gobierno había dispuesto incineración obligatoria en este tipo de muertes.
Sin embargo, Pablo Cevallos, presidente ejecutivo de Memorial International, explica que ahora ya se puede también sepultar los restos de quienes pierden la vida por esta causa. Entre el 28 y este martes 31 de marzo del 2020 en esta funeraria se han cremado los restos de 20 personas que tenían ese diagnóstico. Estos servicios, dijo, se harán sin costo para todas las personas fallecidas por este mal. Los casos que han atendido corresponden a personas de Ibarra, Latacunga, Santo Domingo y Quito y la funeraria ofrece su asistencia para personas que vivan en cualquier cantón del centro-norte del país.
Con el toque de queda y las restricciones de movilidad, los servicios fúnebres también han cambiado. Se hacen por tiempo limitado y solo con el círculo familiar más cercano. Los velatorios son por hasta tres horas, con un máximo de 20 personas, en una sala grande y con todos los protocolos de distanciamiento social y asepsia dispuestos por las autoridades sanitarias. No hay misas católicas, servicios religiosos cristianos ni música. Sin embargo, funerarias como Memorial, La Paz y Los Lirios se han comprometido a realizar la actividad que los familiares soliciten cuando pase la emergencia sanitaria.
Cevallos explica que ante un fallecimiento hay tres escenarios: domiciliario, en una casa de salud o por muerte violenta. Cuando ocurre en casa, por cualquier motivo, se requiere que el médico tratante firme un certificado de defunción. Las funerarias deben encargarse de los trámites y el traslado del cuerpo. Además, se recomienda reportar al 911 el fallecimiento.
No importa si el deceso ocurre durante el toque de queda porque las funerarias pueden salir a cualquier hora. Las carrozas fúnebres tienen su salvoconducto porque pertenecen a la rama de la salud.
Si ocurre en un hospital o clínica, el certificado lo firma un médico tratante o de turno y el procedimiento es igual. En cambio, si se trata de una muerte violenta, la unidad de Criminalística de la Policía Nacional debe emitir un documento para que se pueda proceder a la inhumación. En todos estos casos, una vez obtenido el documento se registra el deceso en el Registro Civil y se siguen protocolos sanitarios ya establecidos previamente, para darle el tratamiento adecuado al cuerpo y protección a quienes se encargan de hacerlo.
Cuando se trata de covid-19, las protecciones se extreman. Cevallos explica que todo el personal que participa debe estar totalmente protegido con todos los insumos para evitar contagio. Usan batas, mascarillas, gafas y equipos especiales “exactamente como se debe tratar en un hospital”.
El cuerpo debe ser colocado en una bolsa plástica sanitaria hermética. Cuando se sella, explica Cevallos, queda cubierta cualquier posibilidad de contagio. Entonces, el cuerpo puede ser inhumado o cremado.
Cevallos señala que el problema en Guayaquil ocurrió porque se acumularon cuerpos debido a que las funerarias no tenían equipos suficientes para realizar el procedimiento. Ha recibido reportes de colegas que señalan que el Ministerio de Salud está tardando con certificados de defunción. Pero subraya que allí, los cuerpos sin sepultura acumulados no corresponden únicamente a covid-19, sino que se acumularon todas las causas.
En Ecuador, afirma, fallecen aproximadamente 71 000 personas por año, a razón de 195 personas por día. De ellas, 53 mueren en Guayas, 33 en Pichincha y 20 en Manabí, por ejemplo. Si se acumulan fallecidos de cuatro días, solo en circunstancias normales ya se puede alcanzar al menos 200 personas. Eso, sumado a las muertes a causa de covid-19 causaron el problema. Por eso cuestiona que se haya dispuesto un lote para sepultar juntas a las personas que fallecieron en los últimos días, a pesar de que señala que en Guayas hay unas 20 000 tumbas disponibles actualmente.
Según su criterio, el Gobierno falló en no consultar a tiempo con expertos cómo tratar una situación de este tipo. En su caso, esta funeraria se basó en los protocolos que emitió España en marzo para manejar la pandemia. Y la empresa ofreció públicamente al COE Nacional sus servicios para atender a fallecidos por covid-19 gratuitamente. Eso incluye asesoría.
El comandante general de la Policía, Patricio Carrillo, informó que están realizando una “retroalimentación” de lo ocurrido en Guayaquil y que están mejor preparados para afrontar esta emergencia sanitaria que incluye la recolección de cuerpos.
Por ejemplo, dijo que antes de la emergencia no había un protocolo para esta tarea y que hoy ya existe. Tampoco se disponía de la estructura necesaria (cementerios) para enterrar los cadáveres. Ahora, las instituciones nacionales y locales se pusieron de acuerdo para destinar espacios nuevos.
Estas experiencias “fueron recogidas” para evitarlas en Quito en caso de que se presente un aumento de contagios y muertes en la capital, señaló el Comandante General.
Otro de los problemas con los que se han topado los equipos técnicos que realizan los levantamientos es la falta de señalización en zonas marginales de Guayaquil. En ocasiones no pueden encontrar las direcciones que indican las personas que llaman a alertar sobre la presencia de cuerpos.
“Acá en Quito tenemos, tal vez, un poco más de capacidades para identificar dónde se encuentra para levantar georeferencialmente esa información y enviar los equipos”, señaló Carrillo.
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