Así lucen los cables en la calle Arízaga y Jorge Drom. Es una imagen común en el sector del mercado de Iñaquito, en el norte de Quito. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Están por todas partes, enredados, remendados, amarrados o caídos. Algunos son de energía eléctrica, otros de televisión por cable, de servicios de Internet o de telefonía fija. La gente los conoce como ‘tallarines’ y se han convertido con los años en un problema creciente, aunque hay ciertos sectores donde son mucho más visibles que en otros.
En algunos sitios se pueden contar hasta 50 cables cruzados. Es un enredo tal, que es difícil saber para qué servicio está destinado cada uno.
Muchos están sin uso, pues es común que los proveedores de Internet o televisión por cable, por ejemplo, solo se lleven los equipos cuando un usuario decide dejar de recibir el servicio, pero los cables quedan colgados. Eso es usual en zonas residenciales como Las Casas, La Granja, Solanda, La Ofelia, Carapungo, Tumbaco o Guayllabamba, por ejemplo.
Además de la mala imagen que proyectan en el ornato de la ciudad, estos cables intranquilizan a los vecinos, que creen que son todos eléctricos y que podrían ser un riesgo.
En la avenida América, por ejemplo, abundan. Y están muy cerca de la gente que usa el puente peatonal de la Universidad Central. No hace falta mayor esfuerzo, están al alcance de la mano.
Los cables en los postes de la av. América se pueden ver de cerca desde el puente peatonal de la U. Central. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Andrea Agila, quien usa a diario este puente, afirmó este lunes 20 de mayo del 2019 que tener los cables tan cerca de los puentes peatonales puede ser un peligro, especialmente para los niños, quienes podrían tocarlos y sufrir un accidente. Con ello coincide José Díaz, quien agrega que los cables cerca de los puentes peatonales son un riesgo adicional en días de lluvia, cuando estos se vuelven resbalosos.
Agila señala que también es peligroso que las casas se construyan cerca del cableado, pues eso ya ha causado accidentes. “La solución sería que se soterren los cables y que haya una distancia correcta en el momento de construir”, dice.
Según Felipe Corral, director de la Entidad Colaboradora del Colegio de Arquitectos de Pichincha, solo existe una ordenanza que obliga que los cables sean soterrados y esta se aplica únicamente a las obras de subdivisión de suelo; es decir, a conjuntos habitacionales de varias casas o edificios.
Los nuevos edificios tienen cámaras de transformación que, por lo general, son soterradas. Pero el cableado viene de un poste y luego llega al edificio por subsuelo, explica Corral. Aun así, persiste el problema porque entre poste y poste se colocan los cables de Internet, televisión y telefonía.
Debería haber una norma para que en los contratos conste una cláusula que obligue a retirar el cable una vez que concluya el servicio, dice Alejandro Gómez. El ciudadano considera increíble que en una ciudad metropolitana haya este tipo de problemas. “Aquí debe haber políticas de soterramiento exigentes, porque es una vergüenza tener así nuestra ciudad”, recalca.
Según la Empresa Eléctrica Quito, los ‘tallarines’ son también un trabajo adicional constante para su equipo técnico, que atiende quejas de la gente para retirar los cables en desuso o darles mantenimiento. Eso incluye los que colocan las cerca de 50 operadoras de telecomunicaciones autorizadas en el Distrito.
La Empresa explica que reordenar estos cables es un trabajo en conjunto con Arcotel, la Secretaría de Territorio, Hábitat y Vivienda del Municipio de Quito y las operadoras de telecomunicaciones. La EEQ dice que tiene un plan para solucionar este lío en dos etapas: en la primera se revisan los cables instalados en años pasados sin control ni verificación.
Para ello hay un programa de reordenamiento y soterramiento anual, dirigido por Arcotel, el ente regulador. La Empresa Eléctrica colabora, pues es la dueña de los postes.
La segunda etapa es el control de asignación de permisos en infraestructura de la Empresa Eléctrica. Su personal hace inspecciones técnicas, basadas en dos resoluciones de Arcotel y Arconel, que detallan las directrices para instalación de cableado.
La mayoría de cables en el Centro Histórico está soterrada, así como en el sector de La Mariscal. El Instituto Metropolitano de Patrimonio soterró cables en los bulevares de la Maldonado y la Venezuela.
Además, la Epmmop informó que en la administración pasada, proyectos como los intercambiadores de Carapungo y la Granados, la prolongación de la Ecovía y la Ruta Viva incluían soterramiento. También los bulevares Amazonas, Equinoccial y Plaza de la Bienvenida.