Redacción Judicial
La búsqueda del niño que fue sepultado por una avalancha en el nevado Cayambe no es fácil. Los policías, encargados de la tarea, cuentan que un glaciar se desprendió y que deben hacer todo con cautela para no ser otras víctimas.
Por eso decidieron subir ayer en la madrugada hasta el sitio de la tragedia. La intención era trabajar con la nieve aún compacta, para tener más tranquilidad. En el trabajo estuvieron integrantes del Grupo de Operaciones Especiales (GOE) y del Grupo de Intervención y Rescate (GIR).
Hasta el cierre de esta edición, no había noticias de los uniformados ni se conocía si recuperaron el cuerpo del niño.
El viernes pasado, el infante, su hermana y su madre subieron al nevado en compañía de un guía. Según Segundo Túqueres, que trabaja en el refugio del nevado, aseguró que observó a los cuatro cuando ascendían a la nieve.
“Eran cerca las 14:00 y preguntaron que cuánto había que caminar más para encontrarse con el nevado”, recordó Túqueres. Sin embargo, los excursionistas no regresaron y los guías del nevado alertaron al Cuerpo de Bomberos y a la Policía.
Los socorristas iniciaron el rastreo, pasadas las 17:00 del viernes. En la noche suspendieron las labores y la retomaron en la madrugada del sábado.
Ese día fueron encontrados los cuerpos de la madre y de una niña, que todavía no son identificadas. También del guía que se llamaba Ramiro Vaca. Él no llevaba ropa adecuada para la travesía. Tenía puesto un ‘jean’ negro, una chompa delgada, un pasamontañas, unos guantes y una pulsera amarilla en su brazo derecho. Los cuerpos de las tres víctimas fueron llevados a la morgue.
La tragedia en el Cayambe es el segundo incidente en las montañas que ocurre en la provincia durante la semana pasada. El miércoles falleció Santiago Pérez, estudiante de la Escuela Politécnica Nacional, cuando subía al Rucu Pichincha.
El joven, de 22 años, cayó a una hondonada del cráter. Un guía de montaña halló su cuerpo 200 metros debajo de una saliente, el mediodía del jueves pasado.