Las unidades del Corredor Sur Occidental pasan casi vacías por la avenida Universitaria, en sentido norte-sur. Foto: Patricio Terán/ EL COMERCIO
Dos realidades completamente distintas en la misma vía. Del un lado, buses repletos con pasajeros amontonados en las puertas. Del otro, unidades vacías.
Los buses que circulan por la avenida Mariscal Sucre, entre la Rodrigo de Chávez y Miraflores, cumplen circuitos establecidos pero la dinámica de la ciudad los obliga a ir en la mañana, de sur a norte, llenos y a regresar sin pasajeros.
Esa contradicción ocurre todos los días, entre las 06:00 y las 08:30, en el sector de los túneles. Solo en ese tramo circulan al día 488 buses de 12 operadoras (incluido el sistema integrado), que van y vienen cada tres, cinco o 10 minutos.
Por allí se movilizan buses que cubren 36 rutas y salen desde el sur.
A las 07:45 del viernes pasado, siete buses (dos de ellos sin un solo pasajero y el resto con máximo 10) esperaban en la fila para poder ingresar al túnel de San Juan. A esa hora, diariamente se habilita un contraflujo que permite que quienes van de sur a norte utilicen tres carriles y quienes viajan en sentido contrario, solo uno.
La consecuencia: la fila de colectivos vacíos serpenteaba por la av. Universitaria hasta Miraflores, mientras en la Mariscal Sucre la fila de autos llegaba hasta la Escuela de Educación Física de la Universidad Central. Ambas colas se alternaban para poder cruzar los túneles, lo que hacía que los autos demoraran hasta 20 minutos en salvar ese tramo.
Varios los factores que provocan ese fenómeno, según Alfredo Viteri, experto en movilidad. El principal: el desplazamiento de la gente. Las personas que viven en el sur trabajan o estudian en el centro o norte de la ciudad.
Según un estudio realizado por el Metro de Quito, cada día se realizan 501 901 viajes desde los extremos de todo el Distrito hacia el hipercentro (entre Villaflora y la Y). El informe especifica el número de traslados de buses y autos particulares desde el sur, Los Chillos, Cumbayá, Nayón, Calderón, Norte y Pomasqui.
Como conclusión, la mayor cantidad de traslados que se hacen en Quito son desde el sur: 384 191 viajes en buses. El segundo lugar lo ocupan los traslados desde el norte, donde se realizan al día 187 218 viajes, casi la mitad de los que se hacen desde el sur.
Otra razón más: la Mariscal Sucre, según Viteri, esa es la ruta más usada para cruzar la ciudad de sur a norte. El experto indica que la ciudad tiene una forma de reloj de arena: en el centro se vuelve angosta lo que obliga a tener que movilizarse ya sea por la oriental, o por la occidental.
Para Roberto Noboa, director Metropolitano de Gestión de la Movilidad, el fenómeno es parte del comportamiento de las diversas rutas de transporte público. Explica que la mayoría de buses que cruzan por ese sector tienen un punto de destino o de circunvalación. Nacen en algún barrio del sur y regresan por la U. Central con menos usuarios.
Eso no ocurre, dice, en las rutas diametrales, que son circuitos que tienen un barrio como origen y otro como destino, mantienen paradas en ambos sectores, y en los dos sentidos tienen despachos.
Los conductores de los buses están acostumbrados a tener que regresar con la unidad casi vacía. Hernán Ocampo, conductor de un bus de la cooperativa Vencedores, dice que el regreso hacia el sur es más relajado: hay pocos pasajeros y el contraflujo lo obliga a circular a no más de 10 km/h.
Su bus volvió vacío desde Miraflores hasta la Calle Ipiales. Allí abordaron 15 personas. En San Roque, subieron 10 más.
La poca afluencia de pasajeros de regreso no genera pérdida, dice Marco Toscano, conductor de Metrotrans. Él asegura que en la tarde, cuando moviliza a la gente a sus casas, al sur, se compensa.