Buses llenos, caminatas y trancones en Pisulí

A La Roldós y Cangahua, los buses llegan llenos. Los usuarios ya no alcanzan a subirse. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

A La Roldós y Cangahua, los buses llegan llenos. Los usuarios ya no alcanzan a subirse. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

A La Roldós y Cangahua, los buses llegan llenos. Los usuarios ya no alcanzan a subirse. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Las horas pico en Pisulí son agitadas. Los pobladores corren a la parada para tomar una unidad y trasladarse a sus destinos. Lo hacen con rapidez porque no quieren “perder el bus”. Cuando se suben tienen tres preocupaciones: el tiempo de llegada, la congestión... ¡y conseguir otro carro!

Así es la movilidad en este barrio del norte, que cuenta con 30 unidades de transporte que llegan a La Ofelia. Otras opciones son las camionetas, los taxirrutas y, cuando no hay más remedio, la caminata. 
Alexander Freire es estudiante y sale a las 06:00 de su casa. Llega a la parada y espera entre 10 y 15 minutos para tomar un bus. Luego se demora una hora y media o dos en llegar a la Universidad Central.

El tiempo de viaje depende del tránsito. “Las filas son largas. Las personas se empujan para lograr ingresar a otra unidad”.
Una situación similar la vive Jenny Matavalle, quien reside en un sector conocido como Cangahua. Ella es otra madrugadora que sale de su casa a las 06:30. Tiene que esperar 40 minutos para ir a La Ofelia, porque los buses bajan repletos. A veces no puede subirse.
En los buses, los pasajeros bajan apretados y cada vez se suben más personas.

Según Edgar Almeida, conductor de la Cooperativa Paquisha, movilizan a unas 100 personas. No todos llegan a la estación. Algunos se bajan en la Mariscal Sucre y otros, en Cotocollao.
La congestión es otro de los problemas. La calle Rumihurco se abarrota de carros livianos y pesados. 
Los pobladores repiten este panorama en las tardes. En la estación de La Ofelia, en el letrero que indica “Pisulí-La Roldós”, se observa una fila larga de personas.

Algunos tienen suerte y suben al bus en 10 minutos. Otros esperan el doble.
Alfonso de Jesús y Luis Guachamín viven esta dinámica a diario. Ambos consideran que es importante que se mejore la movilidad, porque se “pierde tiempo” en esperar los buses.
En la tarde, algunos viajeros tienen una preocupación adicional: ¿cómo llegar a la casa si viven más lejos de la parada? Las tres cooperativas que cubren la zona llegan hasta Pisulí.

Las personas que viven en sectores más altos, como La Paz, solo tienen dos opciones: caminar o subirse al balde de una camioneta, algo prohibido.
Diana Tarapuez, moradora, practica las dos alternativas. Cuando hace compras en Cotocollao toma un bus hasta ­Pisulí y luego espera una camioneta para llegar a su hogar. Le cobran un dólar. 


El teleférico no irá a Pisulí


Los estudios de ingeniería para la construcción de los Quito Cables están en manos de los técnicos de la Escuela Politécnica Nacional. En este se contempla el trazado del teleférico desde La Ofelia hasta La Roldós. No irá hacia Pisulí, como se indicó meses atrás.
Eddy Sánchez, concejal y presidente de la Comisión de Movilidad, señaló que se pedirá la comparecencia del encargado de la Secretaría de Movilidad al Concejo para que detalle los motivos de los cambios realizados en este proyecto.

“Como fiscalizadores 
necesitamos conocer las razones por las que el teleférico no llegará a este barrio. Lo que se conoce es que el proyecto avanza en todas las rutas”.
 Este sistema de transporte aéreo tiene previsto reducir el tiempo de viaje de 40 a 13 minutos.

Además, es un transporte social pero no masivo. 
Mario Villagómez, experto en movilidad y catedrático de la PUCE, señaló que para cualquier proyecto de movilidad hay que evaluar las condiciones de los barrios. Hay dos opciones: hacer los cables o mejorar las vías y las rutas. “Es necesaria esta evaluación”.

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