Las autoridades de la Armada informaron esta tarde sobre el monitoreo permanente de la flota pesquera extranjera, que se mantiene en faena cerca de la zona económica exclusiva de Galápagos, frente a la isla Isabela. Foto: Elena Paucar / EL COMERCIO
El precio de la pesca de un buque de 3 000 toneladas de capacidad bordea los USD 3 millones en el mercado ecuatoriano. En mercados internacionales ese monto puede variar entre USD 9 millones y llegar hasta los USD 750 millones, según el país.
Con esas cifras el contralmirante Renán Ruiz Cornejo, comandante general de la Armada del Ecuador, ejemplificó el impacto de las flotas pesqueras internacionales que realizan sus faenas cerca de límite de la zona económica exclusiva (ZEE) del país.
Las alertas se encendieron en agosto del año pasado con la llegada de cerca de más de 300 pesqueros chinos. Uno de ellos, el Fu Yuang Yu Leng, fue capturado al ingresar a la reserva marina de Galápagos.
Este año, a inicios de junio, otra mancha de embarcaciones -en su mayoría asiáticas- se aproximó a la ZEE insular. El comandante Ruiz indicó que hasta este jueves 28 de junio del 2018 han ubicado cerca de 170 buques a 254 millas náuticas de la isla Isabela, en el archipiélago de Galápagos. Están fuera del borde, aunque muy cerca.
Para evitar que traspasen el límite, el contralmirante Darwin Jarrín, comandante de Operaciones Navales, informó que han conformado la Fuerza de Tarea 10, integrada por más de 620 elementos.
Como parte de la operación han desplegado las corbetas Esmeraldas y Los Ríos, con helicópteros embarcados para exploración; la lancha misilera Cuenca, el remolcador Chimborazo con un equipo de infantes de Marina, dos lanchas guardacostas y está listo el submarino Huancavilca. El monitoreo desde el aire la realizan en dos aviones tipo Casa y un Super King Air.
Los sistemas satelitales sirven para alertar el tipo de actividad que realizan los pesqueros. La información es verificada con exploraciones aéreas de la Aviación Naval. Foto: Elena Paucar / EL COMERCIO
El contralmirante Jarrín detalla que las flotas instalan una especie de industria pesquera en altamar. Hay grandes naves con sofisticados artes de pesca, otras se dedican al procesamiento y al almacenamiento. La Armada también ha identificado naves con registro de Panamá, que usualmente abastecen con combustible a los pesqueros; y de Singapur, que sirven para el envío de la carga.
Eligen esta época del año, cuando predomina la corriente fría de Humboldt que se extiende hasta noviembre frente a costas ecuatorianas. Luego parten hacia el sur del continente.
Especies como el atún predominan en estos meses. Pero en medio de los cardúmenes se internan especies protegidas, como los tiburones. Frente a Isabela, donde ahora se ubica la flota extranjera, se da un afloramiento que incrementa la generación de peces.
“Los tiburones no entienden de fronteras o de zonas económicas exclusivas. Se desplazan libremente buscando alimento y condiciones oceanográficas idóneas para su supervivencia. Las flotas pesqueras internacionales, al no poder legalmente realizar capturas de pesca en la zona económica exclusiva, se ubican estratégicamente afuera de esta zona y aprovechan la migración de los cardúmenes para realizar su captura con la consecuente afectación”, explicó el comandante Ruiz.
Para el almirante Lenín Sánchez, inspector general de la Armada, la depredación pesquera en aguas internacionales es un problema que afecta a la región y que pone en riesgo la seguridad alimentaria.
“La legislación para impedir estas actividades ilegales existe, está regularizado y dispuesto en la Convención del Mar. Lo que resta es operativizar mecanismos de coerción”, dijo. Esto se podría lograr a través de las Cancillerías y de la acción conjunta de las Armadas, por ejemplo, para controlar las zonas de tránsito, según la información de cada país y de acuerdo a las especies migratorias más vulnerables de cada zona.