Cuando lea estas líneas habrá pasado Navidad, sin embargo, no habrá pasado aún el espíritu que acompaña a estas fiestas. El año político ha sido extremadamente vertiginoso. El huracán llamado Alianza País topó tierra y eso ha significado un sinnúmero de cambios que los ciudadanos de a pie no alcanzamos todavía a entender. Sabemos que el cambio es drástico, pero después de tres años, no sabemos todavía el sentido de esos cambios. Por eso el movimiento indígena anuncia movilizaciones, por eso hay desazón generalizada en el sector laboral y en el productivo y encima de todo, el cierre de Teleamazonas y de la radio popular Arutam como la señal más clara de que entre palo y zanahoria, el gobierno ha escogido el palo, para “castigar” conductas que le parecen indeseables, siendo la prensa –como siempre- el blanco principal.
¿En verdad tiene sentido todo esto? Tengo la certeza de que no. El gobierno está dinamitando una de las más interesantes posibilidades de cambio social que ha tenido esta república. Recuerdo cómo muchos nos entusiasmamos con las metas que anunciaba el presidente Correa y Alianza País: una sociedad más justa, más equitativa, más desarrollada, con más fuentes de empleo…
Y muchos pensamos que comprendían el país, que sabían que en este pequeño territorio el que no acuerda, pierde. Este nunca ha sido un país para imponer nada, peor a la fuerza. Más pronto han sucedido revoluciones, golpes de estado, golpes del pueblo, antes que imposiciones por más cuerdas y racionales que parezcan. No por nada tenemos aún el movimiento indígena más fuerte de América Latina. En este pequeño país, gobernar puede ser fácil, Señor Presidente, si usted decidiera unir en lugar de dividir, negociar en lugar de imponer. Y no estoy hablando de estilo, sino de algo más profundo: se vuelve imposible exigir ética política cuando de entrada se ha aniquilado o tratado de aniquilar al adversario en términos humanos o personales.
Por eso, una vez más -y aunque suene ingenuo- hay que llamar a la conciliación, especialmente al Gobierno que detenta el poder político. Este país tiene grandes posibilidades y un gran futuro solo si hay una mano tendida del lado del Presidente, del gobierno, de la oposición, de los movimientos sociales, de los empresarios. Si no tendemos la mano, si seguimos creyendo en las teorías de la conspiración y la confrontación, éste será dentro de poco un país inviable. Ningún modelo o cambio de modelo ha funcionado por la vía de la fuerza, mucho menos aquí.
Deseo al Presidente y a todos los ecuatorianos Buen Espíritu y una mano tendida si queremos cortar camino para superar la injusticia social y el subdesarrollo. Entender las razones del otro, aceptar al otro, aun cuando tenga intereses e ideología contrarios a las nuestros, es el principal cambio social que necesitamos… y con urgencia.