Ayer, 3 de agosto del 2020, en el coliseo del barrio Buenaventura, en Chillogallo, se instaló una brigada móvil. Fotos: Vicente Costales / EL COMERCIO
Sintió que los músculos de las piernas le fallaban al tiempo que su rostro palidecía. “Es que mi abuelita está con coronavirus y yo vivo con ella”, explicó Andrea, de 15 años.
No tenía fuerzas para estar de pie y le costaba respirar; así que prefirió sentarse sobre la acera con la cabeza agachada.
La joven ocupaba el decimosexto lugar en una fila que se había formado desde las 06:00 del lunes 3 de agosto del 2020, con los moradores del barrio Alto Guamaní, en el sur de Quito. Todos acudieron porque habían recibido, por WhatsApp, la noticia de que las brigadas móviles de la Alcaldía visitarían por primera vez la casa barrial para hacer triajes y evaluaciones a la comunidad.
Martha Gordón, coordinadora de Brigadas en Territorio de la Secretaría de Salud, explicó que desde ayer se desplegaron las primeras 12 brigadas a Chillogallo y a Guamaní, para realizar chequeos y pruebas rápidas de forma masiva.
No hay una cifra determinada de pruebas al día. “Queremos que sean más de 300, pero no podemos hacerlas a todos quienes se paran en la fila o que ya se la han hecho antes. Por eso contamos con el criterio de los médicos. Ellos deciden cuándo sí y cuándo no”, dijo.
Afuera de la casa barrial de Alto Guamaní, Andrea, de 15 años, se descompensó.
Andrea aguardó en esa fila durante tres horas, hasta que sintió que se desmayaba. Dos miembros de la brigada municipal, cubiertos de pies a cabeza con trajes blancos, corrieron hacia ella. Tomaron su temperatura, el pulso y la saturación, es decir midieron cuánto oxígeno había en su sangre. “No tengo gusto ni olfato desde el viernes”, dijo ella.
Su pulso estaba tan bajo que los enfermeros prefirieron ignorar los turnos y la llevaron de inmediato al interior de la casa barrial para hacerle el test.
La prueba para detectar el covid-19 dura menos de cinco minutos. Consiste en hacer un pinchazo en uno de los dedos del paciente. La gota de sangre se coloca sobre un papel especial y a través de reactivos químicos se detectan los anticuerpos que produce el organismo cuando está combatiendo o ha combatido una infección.
El resultado de la prueba a Andrea dice que no tiene el virus, pero los médicos advierten que esa prueba no es tan confiable como la PCR. “Nos dijeron que debemos aislarnos siete días y hacer otra prueba. Si mi hija se pone más mal hay que ir al hospital”, contó la madre de la joven.
Mientras la gente hacía fila afuera de la casa barrial de Alto Guamaní, las enfermeras trataban de responder las dudas.
“Si tiene síntomas hace menos de una semana no le podemos hacer el test, porque su cuerpo no ha desarrollado anticuerpos”, explicaba una enfermera a un paciente que insistían en realizarse la valoración. “Aíslese y vuelva la próxima semana”, le recomendó.
Laura Real, de 44 años, cree que su esposo la infectó. Hace un mes él dio positivo. “Nosotros dormíamos juntos, pero se puso mal y ya le tocó quedarse en la habitación solo”. En la última semana, Real ha sentido un ligero pero constante dolor de cabeza. Tuvo fiebre y a veces la garganta le arde.
“La fila es solo para los que tienen síntomas o han estado cerca de un paciente covid-19”, indicaba la enfermera Raquel Orellana a los moradores que aguardaban, a 2 metros de distancia uno del otro, en la cola para ingresar al coliseo del barrio Buenaventura, en el sector de Chillogallo, en el sur.
Allí funciona el segundo punto móvil dispuesto desde ayer, 3 de agosto, por la Alcaldía, para realizar las pruebas de covid-19.
Gordón explicó que se eligieron los sectores del Chillogallo y Guamaní porque hay un alto índice de contagios en relación con otros sectores, pese a que la curva de personas enfermas en Quito crece cada día. Además, se eligió el sur porque la organización barrial permitió identificar grupos de familias que están en alto riesgo de padecer la enfermedad.
En Buenaventura, por ejemplo, hay 50 personas identificadas que requieren la prueba del covid-19, pues entre allegados hubo casos positivos y presentaron síntomas como tos, dolor de cabeza, malestar del cuerpo, fiebre, pérdida del olfato y del gusto, etc.
“Levantamos esta información gracias a los dirigentes de los barrios y las casas de salud. Sabemos dónde debemos buscar”, agregó Gordón.
Dentro del coliseo de Buenaventura, la brigada -conformada por 17 personas- dispuso cuatro mesas. En la primera se realizaba el triaje. A cada paciente se le preguntaba el nombre, edad, dirección y si tenía alguna enfermedad preexistente. Se controlaba presión, temperatura y saturación.
En la segunda mesa, los vecinos se sometían a un chequeo médico con dos especialistas. En la tercera se tomaban pruebas; y en la cuarta se entregaban resultados e indicaciones.
Si la prueba es positiva, pero la persona tiene síntomas leves puede seguir el tratamiento en casa, con la medicación que el entrega la brigada. Si tiene síntomas moderados y requiere más exámenes (como un hisopado), es trasladado al Centro de Atención Temporal Bicentenario. Si su estado es grave, ingresa a un hospital.
El epidemiólogo y profesor universitario Alberto Narváez considera que si las visitas de las brigadas móviles van acompañadas de un adecuado seguimiento y de la verificación del cumplimiento del cerco epidemiológico, es posible que en unas dos o tres semanas se logre reducir la transmisión en la capital, pero siempre y cuando el 50% de las familias con personas infectadas sean detectadas y se aíslen.