El Brasil que espera a Dilma Rousseff

Dilma Rousseff ganó las elecciones en segunda vuelta. Incontrastable. Las causas son varias pero al parecer la fuerza del líder y expresidente Lula fue determinante.

Pero Dilma ya no es la misma de hace cuatro años. Tampoco es la misma idealista de la izquierda radical que le llevó en su juventud a la cárcel por su pasado agitador.

El Brasil que espera a Dilma tampoco es el mismo.
La Presidenta tiene al frente un reto inmenso. Los resultados le muestran que así como a ella le apoyó la mayoría, los frágiles tres puntos de diferencia son significativos.

Una postura democrática de la oposición es reconocer su derrota. Una postura democrática de la ganadora es reconocer que hay otro país, más allá de la mayoría que le apoyó como candidata del Partido de los Trabajadores (PT), que alcanzará cuatro períodos consecutivos en el poder (dos de Lula y dos de Dilma).

Hay un país que optó por una postura más moderada. Aécio Neves representa al PSDB (el partido de la socialdemocracia). Esa fuerza política, con la sabiduría y ponderación de Fernando Henrique Cardoso empezó los cambios en Brasil con sentido social profundo.

Además de los votantes de Neves están otros tantos millones más. Los partidarios de Marina Silva donde se juntan socialistas, radicales, ecologistas. Este Brasil también existe y merece ser escuchado y respetado.

Dilma sabe que el tema social es una bomba de tiempo. Hacer poco estalló en fuertes y hasta violentas protestas sociales. Desocupados, izquierdistas y los jóvenes rolezhinos se tomaron las calles y causaron desmanes.

Otro escenario es el de la economía. Con el reto inmenso de seguir luchando, como lo ha hecho, contra la inmensa pobreza y la exclusión, debe condenar la corrupción, el mensalao que involucró a su partido y pulsear con los sindicatos poderosos como el petrolero.

Dilma, para seguir siendo del club de los Brics, no latendrá fácil.

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