Redacción Deportes
Anteayer, Jonathan Valarezo sumó cinco años de actividad boxística. En ese tiempo, el baluarte imbabureño ha aprendido a controlar su carácter, a mejorar su disciplina, pero sobre todo, a evitar las peleas callejeras, pasión que le ocasionó varios problemas de niño.
Desde los 10 hasta los 14 años, los conflictos con sus padres eran intensos. Tras salir del colegio, Valarezo deambulaba por la calle junto a sus amigos, “tirando golpes a todos los que me caían mal”. Ni su madre y ni su padre pudieron hacer nada al respecto. Hasta que en 2004 se vinculó al boxeo.
Tras relacionarse a esta disciplina, el temperamento de Valarezo cambió. Al principio le costó ir del gimnasio a su casa directamente, en vez de salir a las calles. Pero su fuerza de voluntad y el apoyo de su padre lo motivaron.
Ahora, con 19 años, el campeón de los Juegos Nacionales en 2008 da charlas a los vecinos de su ciudad natal. En 20 minutos resume lo peligroso que resulta darse de golpes con otras personas. “Un mal golpe puede dejarles locos”, repite una y otra vez.
Valarezo es uno de los tres pugilistas imbabureños que llegó a Quito el pasado 22 de septiembre para competir en el campeonato Nacional de Boxeo Sub 25, previsto del 23 al 25 de este mes. De esa delegación, es el único que se clasificó a las finales del torneo.
A esa instancia llegó el pasado miércoles. Anteayer no tenía combate, pero asistió al coliseo Julio César Hidalgo (La Marín) para impartir sus charlas a los pequeños aficionados del boxeo. Otro pugilista que asegura haber mejorado su calidad de vida practicando boxeo es Isaac Santander, delegado de Cotopaxi.
El pugilista de 20 años abandonó anteayer su duelo con el pichinchano Erick Bone, tras culminar el segundo asalto, por pedido de su entrenador y sus colegas.
El deportista cotopaxense bajó del cuadrilátero en contra de su voluntad. Pese a estar con el marcador en contra, Santander quería terminar su duelo. “Mi profesor no quería que perdiera el combate por puntos o por nocáut”, señaló Santander. La decisión de su entrenador le molestó. Sin embargo, acató las órdenes sin protestar.
La reacción del pugilista hubiese sido diferente hace dos años, cuando se vinculó a dicha práctica deportiva. Así lo relató el pugilista, que reside en Latacunga. “Ahora estoy molesto, pero antes seguramente me hubiese ido tratando mal a todo el mundo”.
Santander llegó a la cita nacional tras 10 meses de paralización. Su última participación fue en los Juegos Nacionales, en noviembre de 2008, en Macas.
Ahora, los pugilistas se preparan para participar en los Juegos Bolivarianos, en noviembre.