Luego de tortuosas disputas judiciales, que han tomado más de 12 años, los herederos del emblemático artista Oswaldo Guayasamín están a punto de terminar el reparto de su cuantiosa fortuna.
Los litigios por sus bienes involucraron a los siete hijos del pintor, fallecido en 1999.
El primer acuerdo sobre la repartición de su herencia, estimada a los pocos meses de su muerte en, al menos, USD 50 millones, se concretó hace dos años. Desde entonces se ejecuta la entrega de los bienes que, según Pablo Guayasamín, uno de los herederos, se tiene previsto concluir dentro de los próximos tres meses.
La cuantificación no es exacta, por la dificultad de poner un precio a la gran cantidad de bienes culturales que poseía.
Y son precisamente sus obras, sus colecciones de arte colonial, contemporáneo y otras de objetos arqueológicos los principales motivos de la disputa.
Guayasamín se casó tres veces. Primero con Maruja Monteverde, con quien tuvo cuatro hijos: Saskia, Pablo, Cristóbal y Verenice. De su matrimonio con la francesa Luce DePeron nacieron Yanara, Shirma y Dayuma. Finalmente, el pintor se casó con Helena Heryes, de quien se divorció.
Según Pablo Guayasamín, se abrieron 23 procesos judiciales, la mayoría civiles. En el portal de la Función Judicial de Pichincha, además de juicios por dinero, propiedad intelectual o procesos de inventarios, constan otros penales, por injurias o por lesiones.
Cuando se iniciaba el proceso de repartición de bienes, debía incluirse aquellos que el pintor donó en vida a la Fundación Guayasamín, constituida hace 35 años. Entre ellos constaban 200 piezas arqueológicas y 50 de arte de la época colonial, según Pablo Guayasamín. En otra donación se sumaron 1 000 dibujos.
El padre invitó a las hermanas Guayasamín DePeron a participar del proyecto. Al respecto, Shirma Guayasamín recuerda que no aceptaron porque preferían dedicarse a sus obras. De sus progenitores heredaron el amor al arte. Se dedican a la pintura, la escultura, el diseño de joyas…
En lo que no hubo conflicto fue en el gran proyecto de su padre: La Capilla del Hombre, porque todos los hermanos lo apoyaron.
La disputa entre los Guayasamín Monteverde y los Guayasamín DePeron estalló cuando el Congreso Nacional, en forma unánime, exhortó al Instituto Nacional de Patrimonio Cultural a declarar toda la obra del pintor -donada o no- como patrimonio cultural nacional. Eso incluía bienes muebles e inmuebles, que se relacionaran con los museos.
Según Shirma Guayasamín, tanto la intervención del Congreso como de la Unesco y del Instituto de Patrimonio se hizo de una manera errada. “Definieron que las obras sean patrimonio sin siquiera verlas y fue a raíz del documento del Congreso. Eso ha traído resultados nefastos”.
Para Shirma, una declaratoria de este tipo esconde dentro de las fronteras del país la obra de cualquier artista. “Uno ve catálogos de Christie’s, de Sotheby’s (casas de subasta) de Picasso, de Miró… me parece correcto que el Estado decida que cierta obra es representativa y tiene que quedarse en el país. Pero no todo”, apunta.
El año pasado, la obra de Guayasamín fue declarada patrimonio cultural de Iberoamérica y recientemente la declaratoria fue ratificada. Eso, según Pablo Guayasamín, influyó para que el Estado ecuatoriano creara un fondo semilla para un nuevo museo. Además, fomenta la colaboración internacional.
El caso de esta sucesión de bienes contempla también otro tipo de derechos de los herederos: los de propiedad intelectual.
Existe la marca OG y derechos de reproducción sobre los trabajos de Guayasamín. Todo lo que esto genere, según Pablo Guayasamín, se destina a una administradora de los bienes sucesorios.
“Se supone que cada año se liquidan los ingresos. La Fundación publica libros, hace reproducciones en offset, serigrafía, firma impresa y de la venta se paga esos derechos de autor, que se dividirá entre los herederos”.
La experiencia de esta familia ha sido tan desgastante que Shirma y Pablo coinciden en que el conflicto familiar generado se habría evitado si su padre dejaba un testamento, definiendo un reparto equitativo.
“La única manera de que haya paz en estos casos es un testamento legal, porque por más justo que se intente ser, la otra parte muchas veces se considera afectada. Esa sensación lleva a que exista un rompimiento”, concluye Pablo Guayasamín.
La Fundación se irá a la Capilla
La repartición de bienes entre los herederos de Oswaldo Guayasamín también generará cambios en la actual exhibición de su obra. Ahora están repartidas entre las instalaciones de la Fundación Guayasamín, en la Bosmediano y José Carbo, y en la Capilla del Hombre, en la Lorenzo Chávez y Mariano Calvache.
Cuando el proceso concluya, las casas y el terreno de la Fundación pasarán a manos de las hermanas Guayasamín DePeron.
En la casa donde vivió el pintor, junto a la Capilla del Hombre, se expondrán las obras que son parte de la colección de la Fundación. Así se completará en el mismo terreno el Centro Cultural Guayasamín.
También está previsto construir allí un nuevo museo. La exhibición se constituirá, entre otras cosas, con las obras del pintor que los Guayasamín Monteverde y su madre, Maruja, donaron a la Fundación.
Otro punto que aún está pendiente en la larga disputa legal por los bienes del pintor es el pago del impuesto a la herencia.
Los herederos ganaron un juicio al Servicio de Rentas Internas, SRI. Este proceso legal se abrió porque el cálculo que la entidad hizo para cobrar el impuesto fue sobre todos los bienes del artista, sin tomar en cuenta que una buena parte de ellos fueron declarados patrimonio. Estos, según su argumento, no generan este tributo, según la Ley de Patrimonio.
Algunas propiedades del artista
Además de la casa donde funciona la Fundación Guayasamín y la residencia del pintor, hay un departamento en Barcelona, España.
Otra propiedad es el Centro Médico OG, que está en la Eloy Alfaro y República. Tenía cuatro departamentos y una cabaña en Atacames.
Un terreno de 6 hectáreas en Santo Domingo de los Colorados y, junto a su casa, el terreno donde se construyó la Capilla del Hombre.
Piezas arqueológicas y obras de arte colonial. Acciones en diario Hoy y almacenes de joyas y de arte. Cinco autos, tres de ellos, clásicos.