Redacción Mundo
‘Soy el mejor Primer Ministro que ha tenido Italia en sus 150 años de historia”. La frase de Silvio Berlusconi deja en claro que la polémica es el sello del político que está lejos de pasar a la historia como el mejor Jefe de Gobierno del país de la bota. Si lo hubiera, el hombre más rico de Italia ganaría el concurso del personaje con más escándalos a cuestas.
En efecto, 2009 ha sido el año horribilis para el magnate mediático, cuyo nombre ha estado marcado por el escándalo. La guinda sobre la torta de meses cargados de polémica fue la agresión que sufrió el fin de semana pasado en Milán, durante un mitin político.
La guerra con la RAI
Patrizia D’Addario, una prostituta de lujo, dio en la televisión pública italiana (RAI) su versión de las relaciones sexuales que supuestamente mantuvo con el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi.
Después de la entrevista con D’Addario, la red de medios controlada por el magnate llamó a los contribuyentes a no pagar el canon con que se financia la RAI.
Una estatuilla con la imagen de Berlusconi lesionado comenzó a venderse en Nápoles para las fiestas navideñas y de fin de año.Al salir del hospital San Rafael, donde fue atendido tras la agresión sufrida en Milán, Berlusconi comentó: “Dos cosas me quedan de esta experiencia: el odio de unos pocos y el amor de tantos, de muchísimos italianos”.
Pero el filósofo Paolo Flores d’Arcais, director de la revista política italiana Micromega, opina que “la derecha berlusconiana es la que incita a la violencia e intenta callar a la oposición”.
Antes del ataque en Milán, el Primer Ministro, quien es visto como alguien que siempre se mueve por la cornisa, fue protagonista de episodios sazonados con el escándalo. El más sonado de ellos estalló en mayo y junio pasados. Aunque recurrió a los tribunales para evitar la difusión de materiales e imágenes reveladores, el diario español El País publicó en exclusiva las tomas captadas por el fotógrafo Antonello Zappadu en una de las mansiones del político llamado ‘Il Cavaliere’.
Las imágenes permiten descubrir la atmósfera que imperaba en las fiestas berlusconianas, en las cuales jóvenes se paseaban ligeras de ropa. “Según narran las fotos de Zappadu, Villa Certosa es el lugar donde el magnate megalómano, el personaje excesivo, cómico y mitómano se olvida del abuelo que es y se convierte en macho otra vez, en el jeque del harén, en el Súper-Silvio moreno perpetuo, y operado (también de la próstata), mientras Italia susurra preocupada que toma demasiado viagra y que sus médicos temen por su corazón”, se lee en el reportaje Anatomía de Berluscolandia, publicado por El País, en junio.
Las fotos, además, ratificaban lo que la segunda esposa de Berlusconi, Verónica Lario, había denunciado. La Primera Dama lo acusó de “no tener pudor” por sus citas con otras mujeres, entre ellas la menor napolitana Noemí Letizia.
“Las fotos muestran a personas en un jacuzzi en el interior de una casa privada”, respondió Berlusconi cuando se le mostró una imagen. En ella aparece un hombre totalmente desnudo, junto a una muchacha casi desnuda. “Pero, ¿cuándo se ha visto que alguien se bañe con corbata?”, preguntó el Premier.
La Justicia italiana investigó cinco fiestas celebradas en residencias oficiales. Dijeron los fiscales que en ellas pudo existir prostitución y consumo de cocaína, según el diario La Repubblica. El rotativo romano también publicó que el Premier celebró en sus residencias de Roma y Cerdeña fiestas con 30 mujeres reclutadas por Gianpaolo Tarantini. Este empresario del sur de Italia es ahora acusado de estafador. La más célebre de todas las mujeres fue la prostituta Patrizia D’Addario, que narró sus citas con el Premier.
Tarantini afirmó que los pagos que hizo a las chicas que acudieron a las fiestas eran “el reembolso por gastos” y en ningún caso el pago por servicios sexuales. “Nunca he pagado un euro por una prestación sexual”, afirmó después el Jefe del Gobierno italiano.
Luego siguieron más episodios. El 27 de octubre, la Justicia confirmó que Berlusconi sobornó con USD 600 000 al abogado británico David Mills, para que mintiera a su favor en dos procesos. Además, la Justicia lo consideró “corresponsable de corrupción” en la compra en 1990 de la editorial Mondadori y lo conminó a pagar 750 millones de euros de indemnización al grupo CIR del industrial Carlo de Benedetti.
Y nueve días antes de la agresión en Milán, el mafioso arrepentido Gaspare Spatuzza declaró que el Premier tuvo nexos con la Cosa Nostra, la mafia siciliana, durante una audiencia en Turín.