Los partidarios del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, cantan consignas y sostienen letreros en apoyo de él durante una manifestación en contra de las sedes del partido Likud el 22 de noviembre de 2019. Foto: AFP
¿Se acerca el fin de la era Benjamin Netanyahu? La acusación por corrupción contra el primer ministro israelí en el mismo momento en que los diputados tienen que pronunciarse sobre su próximo jefe de gobierno podría acelerar el fin de la era del “rey Bibi”.
Israel se despertó este viernes 22 de noviembre del 2019 con un primer ministro acusado, algo sin precedentes en su historia.
Corrupción, fraude y abuso de confianza en tres casos diferentes: Netanyahu encara el peor de los escenarios posibles desde que la justicia empezó a investigarlo.
Algunos pensaban que el fiscal general Avichai Mandelblit iba a abandonar los cargos, incluso el dosier contra Netanyahu, el primer ministro israelí que más tiempo ha estado en el puesto, en el poder de manera ininterrumpida desde hace 10 años.
Pero el fiscal general lo inculpó el jueves de todos los cargos posibles.
A corto plazo, lo que se ha puesto en cuestión es el poder de Benjamin Netanyahu, jefe del partido de derechas Likud.
Netanyahu no consiguió reunir a los 61 diputados necesarios para obtener la mayoría parlamentaria y formar gobierno tras las elecciones anticipadas en abril, ni tras las de septiembre.
Su rival, el centrista Benny Gantz, también fracasó en su intento y el presidente israelí Reuven Rivlin encargó el jueves al Parlamento encontrar un primer ministro.
“El final está claro”
Durante las tres próximas semanas, los diputados israelíes tiene que escoger entre apoyar una personalidad apta para dirigir un futuro ejecutivo o abocar el país a unas terceras elecciones en menos de un año.
“Sin tener en cuenta las cuestiones morales y legales, la situación política del primer ministro es dolorosamente clara: sus posibilidades de llegar a los 61 escaños son casi inexistentes, y estas son también sus posibilidades de formar un quinto gobierno”, resume Amit Segal, comentarista conservador en el diario Yediot Aharonot.
“El final está claro. La pregunta ahora es saber hasta qué punto el camino tendrá baches”, escribió Yehuda Yifrah, del semanario Makor Rishon, también de derechas.
Gantz, ex jefe del Estado Mayor del ejército, que aspira también al puesto de primer ministro, pidió la “dimisión” de su rival tras la inculpación.
A partir de principios de la semana próxima, Netanyahu ya podría sentir los efectos de la acusación, puesto que la ley israelí prohíbe a un ministro, y no a un primer ministro, seguir en sus funciones si está acusado.
Netanyahu, además del puesto de primer ministro, en suspenso hasta la deliberación de los diputados, acumula las carteras de Agricultura, Salud, Asuntos Sociales y de la Diáspora, a las que seguramente tendrá que renunciar.
El primer ministro, de 70 años, prometió “no abandonar” y denunció un “golpe de Estado” contra él.
Llamó asimismo a “investigar a los investigadores” del caso contra él y pidió a sus partidarios que se movilicen a su favor.
Un manifestación anti-Netanyahu estaba prevista a media jornada este viernes en Tel Aviv.
¿Rebelión en el Likud?
Pero el golpe final se lo podrían asestar en su propio campo, el partido Likud, que tiene que decidir si lo apoya contra viento y marea o si lo abandona para presentar a otro candidato al puesto de primer ministro.
El jueves, poco antes de la inculpación, un peso pesado de su partido, Gideon Saar, instó ya a celebrar unas elecciones primarias en el Likud, afirmando que en caso de unos terceros comicios, “no era razonable pensar” que Netanyahu pudiera obtener una mayoría.
“Creo que yo sería capaz de formar un gobierno y de unir el país y la nación”, declaró Saar, adversario de Netanyahu dentro de la formación.
“Una rebelión consecuente emerge dentro del Likud”, estima Ofer Zalzberg, analista en el International Crisis Group. “Todo hace pensar que esta oposición entre los dirigentes del partido va a aumentar en los próximos días o semanas”.