Anaela Mejía. Redactora de Cultura
Es delgada y pequeña, activa y perseverante. Su figura aparece junto a un escritorio en una de las oficinas de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSNE).
HOJA DE VIDA
Andrea Vela
Nació en Quito en 1975. A los 17 años viajó a EE.UU. a estudiar violín, bajo la guía de Michel Samson, en la U. de Louisville. Estudió Dirección de orquestas en el Conservatorio Nacional de Shanghái durante 5 años. Allí se graduó con altas calificaciones.
Como directora invitada ha trabajado con las orquestas sinfónicas de Guayaquil, Loja, Cuenca, la Orquesta de Israel, de Varna y de Louisville.
A pocos metros están seis atriles y un sintetizador, con el cual repasa acordes de partituras.
Andrea Vela saluda con una cálida sonrisa. Detrás de la joven de 1,55 m, de voz suave, está una mujer llena de energía, dedicada a su trabajo.
A sus 34 años es la directora adjunta de la Sinfónica Nacional. Este hecho es inédito para una institución que tiene 60 años.
“Hemos tenido directoras invitadas, pero no trabajando permanentemente junto con la orquesta. Me siento contenta, la misión es muy fuerte, difícil, pero me he preparado para eso por muchos años”.
Hasta allí llegó el 27 de noviembre de 2007. Luciano Carrera, primer flautista y que lleva 47 años en la OSNE, recuerda que ella obtuvo ese puesto por sus méritos. “Ganó el concurso de merecimientos que convocó la Orquesta para directora asistente. Ya la conocía como violinista, ahora es la directora. Me siento muy contento porque hace un buen trabajo”.
Vela pisó por primera vez la OSNE cuando tenía 17 años. Para ese tiempo llevaba una década de estudiar violín en el Conservatorio Nacional.
Combinaba sus estudios en el Colegio Americano con la música. Pero a sus 17 los cambios en su vida empezaron. Luego de animarse a dar una prueba de ingreso para la OSNE, aprobó. “El director me dijo un viernes que fuera por la mañana del lunes siguiente para incorporarme, pero yo tenía colegio. Entonces decidí dejar el Americano e ir a estudiar en un colegio nocturno, en el Andrade Marín, donde pasé cinco meses”.
El cambio fue drástico, pero le gustó porque allí halló “gente sensible y madura”.
Sus padres finalmente la apoyaron. “Casi me muero con la decisión, pronto entendí que debía apoyarla, incluso para que saliera fuera del país a estudiar lo que tanto quería”, dice Pilar Mosquera, su madre. Así llegó en 1993 hasta el Conservatorio de Peabody en Baltimore ( EE.UU.).
Alternaba sus estudios de violín con el último año de colegio. Después asistió a la U. de Louisville donde, al ver su talento, el reconocido violinista Michel Samson le ayudó a que le dieran la beca completa. Cinco años después terminó la licenciatura.
Sin embargo, cuando decidió estudiar Dirección de Orquestas en la U. de Hartford sintió frustración, pese a que tomó varias clases. Las tres becas que logró no le alcanzaban para cubrir el semestre: USD 8 000.
Entonces volvió a Ecuador, donde consiguió el puesto de directora titular en la Banda Sinfónica Metropolitana.
Pero sus constantes deseos por superarse la llevaron al otro lado del mundo dos años después. Ganó una beca completa para una maestría en el Conservatorio en Shanghái, China.
Los primeros meses fueron un tormento, pues no sabía ni decir ‘hola’. Solo un año más tarde aprendió el idioma, aunque para ese momento el lenguaje de la música le permitió comunicarse.
“Fueron los más importantes de mi vida profesional y personal. Tuve un profesor (Zhang Guoyong) que me ayudó a desarrollar mi madurez musical en el podio. Aprendí que el director tiene que ser auténtico”. Pudo quedarse, pero quiso volver para compartir sus enseñanzas con su gente.
Para Gustavo Lovato, director de la Casa de la Música, Vela forma parte de una nueva generación de músicos que regresó al país tras estudiar en el extranjero. “Es un gran aporte que tiene la Sinfónica Nacional. Tiene una gran personalidad, mucho carisma y gran sensibilidad. Además, su don de gentes le permite ser una verdadera líder”.
De igual manera opina Ted Len, de 56 años, primer clarinetista de la Sinfónica Nacional, quien añade que Vela “se destaca por su entusiasmo, energía y talento para dirigir la orquesta”.
Vela y los 80 músicos ensayan su nuevo repertorio para los conciertos de Navidad. Al final queda su imagen: junto a los atriles.