El ingreso al Cementerio de la Basílica está restringido. Foto: Fotos: Julio Estrella/El Comercio
Cuatro filas de nichos, en los cuales la luz tenue de nueve lámparas se refleja y donde el eco no existe, pues es vencido por el silencio. Allí están cuatro de todos los presidentes que ha tenido el país.
El pabellón de los Jefes de Estado está resguardado por dos torres de piedra. Por años, los restos de Antonio Flores Jijón, Mariano Suárez Veintimilla, Camilo Ponce Enríquez y Andrés F. Córdova han estado solos en la estructura neogótica, en las inmediaciones de la Basílica del Voto Nacional.
El cadáver de ningún otro mandatario ecuatoriano ha llegado a la estructura construida desde 1986, por iniciativa del padre Julio María Matovelle y concretada por el padre Rigoberto Correa. Esto pasó luego de visitar Europa y el cementerio real, en España. La custodia del establecimiento, donde dos cóndores de bronce están en las naves laterales del cementerio, está a cargo de la Congregación de los Oblatos.
Sin embargo hubo “un error de cálculo”. Así califica Alfonso Ortiz, cronista de Quito, en la edificación donde el ingreso a la comunidad está restringido desde hace dos años. Este calificativo responde al análisis del proceso histórico del país, pues, según él, es una obra que se dio sin tomar en cuenta los alcances de la decisión, sin una investigación previa.
Para Ortiz, del proyecto quedaron fuera antecedentes como que no todos los presidentes son o serán católicos y que, por ejemplo, los restos de Eloy Alfaro, por su oposición a la Iglesia, no podrían estar allí (o quizá el líder de la Revolución Liberal no hubiera querido). En la época liberal algunos eran ateos y otros
“come curas”.
No hay una normativa que disponga que -dice Ortiz-, los presidentes sean sepultados en la iglesia que se levantó años después de que el Ecuador fuese consagrado al Corazón de Jesús. Tampoco, un ritual establecido para cuando muere un mandatario. Muchos de ellos no han fallecido en ejercicio de sus labores. Además, implicaría exhumar a los cuerpos de los presidentes. “El ritual dependería de la época”.
La construcción del cementerio, relata Édison Chamorro, guía de planta de la Basílica, duró alrededor de cinco años. Esta edificación empezó luego de la construcción del templo de las calles Venezuela y Carchi, el cual aún no está terminado.
Mientras acomoda una escalera de la nave central, en la que un trabajador se encarga de retocar la pintura del lugar, Chamorro añade que en 1988, el expresidente León Febres Cordero hizo una inauguración simbólica de la Basílica. Pero este exmandatario, tampoco está sepultado allí. Sus restos se encuentran en el cementerio Parque de la Paz, en vía Samborondón.
50 nichos para cuerpos y 150 para cenizas conforman el lugar, donde en 199 lápidas se encuentra el escudo del Ecuador, bañado en oro. Una de las 200 insignias fue sustraída hace unos 10 años. El lugar aún se conserva vacío. Las tumbas están hechas de mármol que fue traído de Francia.
El último en llegar a la estructura gris de San Juan fue Córdova, desde el cementerio de San Diego. La lápida de su tumba está vacía, su nombre no fue colocado. Al pie del sepulcro, en una placa de madera, se esboza la identificación del difunto. El guía retira el objeto y señala el nicho. Sin la placa, la mano de Chamorro es el único indicio de que los restos del expresidente se encuentran allí.
Jefes de Estado emblemáticos -como Gabriel García Moreno- tampoco reposan en el cementerio de la Basílica. Él fue embalsamado y actualmente se encuentra en la Catedral Metropolitana.
En 1975 se conformó una misión para, como se conoció en ese momento, recuperar los restos del antiguo líder de
la República.
José María Velasco Ibarra es otro exgobernador que no descansa en ese camposanto. Su cuerpo, al igual que el de Leonidas Plaza Gutiérrez, fue sepultado en el cementerio de San Diego, que se abrió en 1868. Galo Plaza Lasso, en cambio, está en El Batán, en el norte de la urbe. En Quito hay 22 cementerios. De ellos, 11 se encuentran en la zona urbana.
Las visitas esporádicas
Las tumbas de los cuatro presidentes permanecen solas, acompañadas de alguno de los encargados del mantenimiento del lugar. A diferencia de otras criptas de la ciudad que, este fin de semana, están abiertas para la visita de la comunidad, como la de la iglesia la Compañía, convento de Santa Clara y la iglesia
de la Catedral, en el Centro de la capital.
Pero, en el Cementerio de los Presidentes, en estas fechas, la puerta dorada que protege la estructura se abre, pero un segundo portón, a manera de reja, se mantiene cerrado.
Los visitantes pueden observar a la distancia los sepulcros y, en el fondo, la imagen del Cristo de la Resurrección.