Diego Fernández Salvador. Gerente general de Edesa
Todos los días, desde las más triviales hasta las más complejas decisiones que tomamos, son el pleno ejercicio de la libertad. Es la potestad de pensar, opinar y decidir de acuerdo con nuestros propios principios. Desde que nos levantamos de la cama y decidimos cómo iniciar el día, hasta ir a descansar, ejercemos este derecho.
El pleno ejercicio de la libertad, si lo ejercemos con propiedad, nos obliga a reconocer el derecho ajeno a ejercer esa propia libertad. Pero es precisamente en el ejercicio de este derecho que podemos cometer errores, que podemos transgredir el derecho de otros, y la base esencial de la libertad, es la responsabilidad frente a nuestros actos.
Las decisiones empresariales que tomamos día a día con las que podemos afectar el derecho de otros, la vida de otros, de nuestros clientes, competidores, proveedores y de nuestros colaboradores, constituyen el ejercicio de la libertad. Si lo ejercemos con sensatez y conciencia estaremos construyendo empresas de calidad, y obtendremos el reconocimiento que corresponda.