Hace ya años me dediqué a rastrear los circuitos comerciales que iba trazando el mercado de arte y artesanía seriada durante la Colonia. Al inicio fue una curiosidad colateral a mis intereses. Sin embargo, poco a poco advertí que el fenómeno era realmente importante: cientos de cuadros, marcos, rosarios, esculturas enteras o por piezas, dedicadas al culto y realizadas en Quito, iban a lugares como Colombia, Chile, Perú, principalmente, y de forma menos intensa a Bolivia, Venezuela y Argentina. El arte quiteño barroco cuya cabeza visible de arranque fue Miguel de Santiago, fue demandado sin tregua, desde fines del siglo XVII hasta mediados del XIX. Así lo reafirmamos un grupo de investigadores de toda América reunidos en Quito en 2007 convocados por el exFonsal y cuyas memorias, ‘Arte quiteño más allá de Quito’, bajo la coordinación de Alfonso Ortiz, fueron lanzadas hace pocos meses.
Por estos meses murió un gran amigo e investigador Bolívar Echeverría, quien desde la UNAM en México había aportado con un interesante bagaje de conocimiento crítico sobre el fenómeno del barroco en términos de comprenderlo no solo históricamente sino desde la contemporaneidad. Un sentido homenaje fue realizado por la Flacso, se iba uno de nuestros más lúcidos pensadores.
Pasó poco tiempo y el barroco fue nuevamente centro de atención, desde Bolivia donde se organizan desde hace una década los Encuentros Internacionales sobre Barroco; esta vez en su sexta edición, y con el tema “Imagen del poder”. Auspiciados por el Ministerio de Cultura de Ecuador, acudimos el historiador Carlos Espinosa y quien suscribe esta nota. La organización liderada por Norma Campos (Fundación Visión Cultural) congregó en Santa Cruz de la Sierra una cincuentena de especialistas que discutió sobre cultura barroca. A través de la lectura crítica de imágenes pictóricas de reyes o administradores españoles e indígenas, las comedias, las plazas mayores y la arquitectura efímera, la música misionera y otras tantas manifestaciones americanas, se fue revelando los usos y abusos en la construcción del poder colonial y su incidencia en la actualidad.
Sigo con la sensación de que en términos universitarios y de configuración de políticas culturales desde el Estado, aún no se toma conciencia clara de la importancia de la Audiencia de Quito y la necesidad de crear cátedras especiales sobre cultura barroca dotándolas de fondos para investigaciones serias de largo aliento. Se podría convocar la participación multidisciplinaria y multiinstitucional con buenos profesionales. El mejor homenaje post mórtem a nuestro compañero Bolívar Echeverría.