Con lágrimas en los ojos, los agradecidos quiteños aplaudieron al alcalde en esta negra hora (por tanto nubarrón, digo). Después de haber fregado la urbe, hasta volverla irreconocible (parece el Guayaquil del alcalde Andá), al menos inclinó la balanza de los quiteños a favor del No.
Mientras el susodicho burgomaestre recogía chicles y hacía campaña por el Sí, mientras el concejal Normando Aray esterilizaba perros al confundir a los “hot dogs” con perros excitados, la ciudad estaba sepultada por toneladas de desidia y corrupción.
Hace una semana ya se cayó media loma sobre la Nueva Oriental. En vez de cerrar la vía y solo reabrirla cuando se haga alguna obra de contención, solo limpiaron el derrumbe, haciendo con eso una obra “con tensión”. esa fue una jugada política. Rápido, rápido, limpiaron y se fueron. Entonces don ‘Aguto’ (como lo llama el innombrable) rogó a Judas Iscariote, patrono de los políticos, que no llueva hasta el domingo 8. Pero más fuerte fue la rabia de Saint Peter contra los que se comen los bosques (si estás con hambre, ‘comete’ un crimen).
Una mala decisión política merece una respuesta contundente. Los quiteños, cansados de no tener alcalde ni concejales, de que roben las calles para cobrar el parqueo y, finalmente, de que haya muertos por la inoperancia, decidieron desquitarse con el amo patrón de ‘Aguto’: el taita ‘Rajuel’.