Tenemos la tendencia a ser pesimistas, a ver todo con un sesgo negativo. Yo trato de no contagiarme.
En cuanto a la última cumbre de Unasur, creo que el solo hecho de que la reunión de Bariloche se haya realizado es ya positivo. ¿Era imaginable hace no más de dos años que los presidentes de América del Sur se reunieran, con dos semanas de anticipación, para tratar un asunto de tanta sensibilidad como el de la instalación de bases estadounidenses en un país de la región? ¿Era previsible que esos jefes de Estado conversaran con franqueza a pesar de las visibles diferencias ideológicas, de intereses y de situaciones políticas internas complejas? Creo que no. Pues entonces, destaquemos lo bueno.
¿Se esperaba una resolución escrita de condena respecto de las bases estadounidenses en Colombia? No era realista que haya un pronunciamiento de esa naturaleza, cada país defiende su capacidad de tomar soberanamente sus decisiones.
Lo que se ha conseguido: diálogo, bajar las tensiones y una resolución sobre principios generales de la convivencia pacífica que en esta coyuntura tiene mucha relevancia. En ella se reitera la condición de América del Sur como zona de paz y el compromiso de no recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra otro Estado. Se condena la extraterritorialidad y se ratifica el compromiso de combatir el narcotráfico y el terrorismo. Todos son puntos que van en la línea de la política exterior ecuatoriana. Su reiteración nos viene bien en estos momentos.
En cuanto a los protagonistas. Lula, muy sólido, pidió garantías a Colombia de que esta decisión no afecte a otras naciones. Cristina Fernández, Bachelet, Lugo, Tabaré y, de alguna manera, Alan García también expresaron su preocupación. Chávez y Morales fueron los más radicales. Correa hizo una muy buena exposición sobre los impactos en Ecuador del conflicto colombiano y expresó su inquietud sobre los alcances militares de las bases. Uribe, aunque esté aislado, tuvo un mérito: comparecer ante sus homólogos de la región para informar sobre su decisión.
Nadie ganó ni nadie perdió individualmente. Ganó la región como un todo en su proceso de consolidación.
Pero ¿que viene ahora? Aparte de las decisiones que tomen los cancilleres para fomentar medidas de confianza interregionales y de los estudios que haga el Consejo Sudamericano de Defensa sobre los documentos de seguridad estadounidenses respecto de la región y de la definición de una estrategia de lucha contra el narcotráfico, Unasur, y en particular su Presidente, debe empeñarse en alcanzar un acuerdo jurídico vinculante para que los convenios militares colombo-norteamericanos no afecten la paz y la seguridad de la región. Esa es ahora la tarea principal de la diplomacia ecuatoriana.