Si la cifra es muy baja, BCE no puede cubrir pago de deuda, compra de derivados o importaciones; y puede llevar a restringir el crédito. Fotos: Archivo / EL COMERCIO
El Gobierno prevé entregar otra vez la reforma de defensa de la dolarización a la Asamblea, luego de que el organismo devolviera el texto por errores de forma.
El proyecto reforma al Código Monetario y Financiero. Uno de los puntos principales será “blindar” las reservas del Banco Central para que no sean usadas por futuros gobiernos para gasto público.
Estos dineros líquidos sumaron USD 6 401 millones hasta el 5 de febrero pasado y, aunque suene a mucho dinero, en realidad no alcanzan para cubrir todas las obligaciones que tiene la entidad.
El Central tiene depósitos de la banca privada y pública, las cooperativas, las empresas públicas, la seguridad social, el Gobierno central, los gobiernos seccionales y otros por USD 16 352 millones.
Si mañana quisieran retirar esos recursos, el BCE solo tendría USD 6 401 millones líquidos para devolver. El resto está en acciones de la banca pública y bonos del Estado que el Banco no puede hacer líquidos de un día para el otro.
“Si mañana todos quieren retirar los recursos, por cualquier motivo, el Central solo puede entregarle a una parte de los actores y ese es el grave problema”, explica el exministro de Finanzas, Fausto Ortiz.
Para hacer frente a ese posible escenario, la reforma legal plantea que los depósitos de banca, cooperativas, monedas en circulación y los títulos del BCE estén cubiertos por las reservas en 100% hasta el 2026. Hoy es del 81%.
Para el exministro de Finanzas, Carlos de la Torre, volver a esa regla, como a inicios de la dolarización, más bien es un problema para el sistema. Él señala que esto, sumado a la intención de eliminar el impuesto a la salida de divisas, puede generar problemas de pagos, si se diera una masiva fuga de capitales. Es más probable, dice, que se dé una fuga de divisas que un riesgo sistémico donde todos los actores pidan sus dineros al BCE al mismo tiempo.
Pero la gerenta del BCE, Verónica Artola, dice que ya se vivió un estrés de pagos en el 2020 por tener bajas reservas.
Ella aclara que las reservas también sirven para disponer de forma inmediata de recursos para financiar pagos al exterior, como importaciones, compra de derivados, pago de deuda. Pero en abril del 2020, el Central recibió una demanda de USD 1 500 millones líquidos, cuando la reserva era de solo 1 800 millones. Los 300 millones de saldo eran insuficientes para cancelar deuda externa, importaciones, compra de combustibles.
“Necesitaba de 2 500 millones a 3 000 millones, por lo que tuvimos que buscar créditos urgentes”, explicó Artola.
Vicente Albornoz, decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de las Américas, el déficit en el Central empezó a crecer especialmente en el 2016 cuando el gobierno de Rafael Correa empezó a endeudarse con el BCE, “sacando la plata que respaldaba nuestros depósitos y los del sector público”.
Ese hueco se ha achicado desde mediados del 2017 cuando llegó al récord de USD 7 550 millones. “En realidad, es un mérito que con la crisis y la pandemia se haya logrado reducir ese hueco”, comentó.
Esto se debe, en parte, a que desde agosto de 2018, vía Ley, se le prohibió el BCE prestar dinero al Estado.
El actor más sensible es la banca privada, que tiene dineros de los depositantes en el Banco Central como reservas técnicas para hacer frente a cualquier necesidad de liquidez de los clientes.
Según el Central, esos depósitos suman USD 5 834 millones. “Mis reservas bordean este momento USD 6 500 millones, entonces se cubre sin problema si ellos piden dinero. Por eso, es importante tener fuertes reservas”, dijo Artola.
Mientras más débil es este indicador más cautelosa es la banca en preservar su liquidez.
Julio José Prado, titular de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (Asobanca), explica que cuando la cobertura de reservas internacionales no es la adecuada; es decir, al menos, del 100%, los bancos deben destinar mayor liquidez propia para cubrir ese faltante.
Esto implica que hay menos dinero para ser prestado al sector productivo y clientes, dijo.
A finales del 2018, las reservas internacionales cubrían solo 55% de las reservas bancarias en el Central.
Debido a eso, la banca proyectaba una restricción al crédito en el 2019. Se esperaba una reducción de los cupos de las tarjetas de crédito, alza de las tasas de interés hasta los topes máximos. Pero el acuerdo con el Fondo Monetario alcanzado en marzo del 2019 y que obligaba a aumentar las reservas internacionales, dio confianza al sector, las perspectivas mejoraron y crédito más bien subió.