María del Carmen Echeverría recibe frecuentemente la visita de su asesora comercial. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Las ecuatorianas acceden a menos servicios financieros que los hombres.
El 44% de la población ecuatoriana tiene acceso a los servicios en las instituciones financieras, según datos del Banco Central a junio del año pasado.
De esa proporción, el 52% corresponde a hombres y el 48%, a mujeres.
Los datos evidencian, además, que las mujeres son más ahorradoras que los hombres, ya que ellas tienen más cuentas de ahorro activas, además de inversiones de largo plazo.
Sin embargo, los hombres acceden más a productos como créditos, cuentas corrientes, tarjetas de crédito y de débito.
Un estudio realizado por el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) señala que la falta de inclusión financiera de la mujer es un problema en América Latina y el Caribe.
De acuerdo con ese informe, el 49% de la población femenina tiene una cuenta bancaria, el 11% ahorra y el 10% accede a crédito, valores que para los hombres representan el 54%, 16% y el 13%, respectivamente.
La Asociación Pulinguí Razcuñan obtuvo un crédito para iniciar la confección textil. Foto: Cristina Márquez / EL COMERCIO
Según la CAF, la inclusión financiera constituye un factor importante para el empoderamiento y la autonomía económica de las mujeres.
Un mayor acceso a servicios financieros permite ampliar las posibilidades de desarrollo productivo, personal y familiar de este segmento de la población, según el multilateral.
Para Julio José Prado, presidente de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (Asobanca), la brecha de género en el acceso a servicios financieros en el país se debe a la falta de representatividad de las mujeres en el mercado laboral. “Algunas mujeres no tienen ingresos porque no acceden a trabajos fijos y bien remunerados”, dijo.
Otro problema es el factor cultural. Según Verónica Juna, jefe del proyecto Emprendefe de la Fundación Crisfe, algunas mujeres aún rinden cuentas de sus ingresos a los hombres o dependen de la firma de su cónyuge para acceder a créditos en las entidades.
Desde la Asobanca se impulsa una mayor inclusión financiera a través de programas de bancarización y crédito, dirigido específicamente a mujeres, indicó Prado.
Banco Solidario ofrece microcréditos para mujeres emprendedoras que tienen un negocio funcionando al menos un año. María Echeverría es beneficiaria de este programa desde hace dos años. Una asesora comercial la visitó en su peluquería, ubicada en Carapungo, para ofrecerle un crédito para su negocio, que aceptó.
El año pasado accedió a otro crédito por USD 2 500 para incorporar un bazar, con el fin de aprovechar el espacio de su local y generar ingresos extras. Todo este proceso lo hizo con el apoyo de su familia.
La agencia de Carapungo del Solidario tiene 2 000 clientes. De ellos, el 55% es población femenina, dijo el gerente de esa oficina, Pedro Proaño.
Emprendefe de Crisfe ofrece financiamiento de “alto impacto”: hasta USD 20 000 para emprendimientos medianos y de hasta USD 2 000 para “subsistencia” o pequeños negocios. El 80% de beneficiarios de este último programa es población femenina.
Jéssica Sánchez es una madre emprendedora dedicada a la confección de edredones. Ella obtuvo un crédito de USD 1 400 a través de Credife. Con esos recursos equipó su taller de costura y compró material. “Tengo muchas perspectivas; lo que quiero es cada día ir creciendo y mejorando”.
Un crédito de USD 20 000 del Banco de Fomento ayudó a iniciar el negocio de artesanías de la Asociación Pulinguí Razcuñan, compuesta por mujeres. Ellas manufacturan bolsos y carteras con fibras de cabuya, y chalinas y otros textiles, con lana de alpaca y borrego. “Eso nos cambió la vida. El capital que obtuvimos nos permitió construir un centro comunitario para nuestras reuniones y talleres. Ahora tenemos nuevas metas”, contó la presidenta, Escolástica Guzmán.
Para que el sector financiero sea más equitativo, Valeria Llerena, directora de Red de Instituciones Financieras de Desarrollo, propone que se impulsen políticas para el desarrollo de la mujer, con una nueva visión de su papel en la sociedad y una mayor educación financiera.