Redacción Santo Domingo
El Ballet Ecuatoriano de Cámara (BEC) ofreció en Santo Domingo un repertorio de ritmos ecuatorianos y extranjeros. En esta ocasión el escenario fue el coliseo del colegio Julio Moreno, de la capital tsáchila.
27 bailarines mostraron lo mejor de sus aptitudes dancísticas. El objetivo: incentivar en los jóvenes el interés por la danza contemporánea y en la música ecuatoriana. El Ballet visita las 23 provincias y 50 cantones del país.
La primera coreografía ‘Solamente una vez’ fue una sensual danza de parejas con la música del compositor Agustín Lara.
Los movimientos cadenciosos y la puesta en escena arrancaron los aplausos del público, conformado en su mayoría por estudiantes secundarios.
Otra obra fue el ‘Matrimonio Festivo’. Con esta tonada, creada por el dúo Benítez y Valencia, los bailarines interpretaron la unión del amor en un matrimonio.
La alegría del movimiento y la música crearon un ambiente de festividad y jolgorio. “Nuestra intención es democratizar el disfrute de la danza en el Ecuador, formar al público y motivarlo para que se interese por este arte”, dijo Rubén Guarderas, director del Ballet Ecuatoriano de Cámara.
La presentación continuó con la coreografía ‘Mínimas salidas’. Enriqueta Terán, una de las intérpretes, mostró su plasticidad y energía. “En la obra se trata el huir de nuestro lugar de partida, escapar de nuestros desaciertos, de las miradas que hoy no queremos ver”, explicó la bailarina. “También nuestros sentimientos revolcados buscan, entre mínimas salidas, un segundo de silencio, la belleza del silencio”.
Otra de las escenas de baile alegró aún más al público, que no dejó de aplaudir a los artistas. Con los sanjuanitos Que viva la farra y Qué bonita punta los bailarines trasladaron a los espectadores a las orillas del Machángara, en Quito. Allí las lavanderas y los varones, en medio de juegos tradicionales, coquetean y se divierten.
El humor y la picardía de la obra hicieron reír a más de uno de los asistentes.“Esto me incentiva a aprender la danza contemporánea y conocer los ritmos ecuatorianos, deseo iniciarme en este arte”, expresó Jéssica Silva (16 años), estudiante del colegio Carlo Magno Andrade. El siguiente cuadro e fue ‘Yo y el otro yo’, íntimo y sugestivo.