El baile mestizo de los años 20 regresa a San Marcos

El grupo adulto de Danzando Tierra divide su tiempo entre el trabajo y el arte. Los ensayos son tres veces a la semana, desde las 17:00 hasta las 19:00. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

El grupo adulto de Danzando Tierra divide su tiempo entre el trabajo y el arte. Los ensayos son tres veces a la semana, desde las 17:00 hasta las 19:00. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

El grupo adulto de Danzando Tierra divide su tiempo entre el trabajo y el arte. Los ensayos son tres veces a la semana, desde las 17:00 hasta las 19:00. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

Hombres y mujeres de entre 40 y 60 años se dedican a esta
actividad en este tradiciobal barrio. Hubo una investigación previa. 

Danzando Tierra ocupa varios espacios de la casona del Centro de Desarrollo Comunitario (CDC) de San Marcos, ubicado en el centro de la ciudad. Se ubica en un costado de la iglesia del barrio.

Ese lugar cobija a un grupo de adultos, entre 40 y 60 años, que se afana por bailar aquellos ritmos mestizos que se quedaron en el olvido y lo practicaban sus abuelos allá por el año de 1920.
Es viernes, 18:00. Doce integrantes de Danzando Tierra se alistan para su ensayo, en el auditorio. Hace frío. Algunas mujeres ya llevan unos minutos maquillándose el rostro y recogiéndose su cabello. Los hombres, a un lado, se limitan a arreglarse el chaleco y a colocarse “bien” el sombrero.

Para verlos en acción solo hay que sentarse en una de las sillas que están alrededor del escenario del auditorio del CDC. El director artístico del grupo, Édison Anchundia, llega justo e invita a sus bailarines a tomar sus posiciones.

En tres coreografías, los artistas aficionados muestran sus dotes de saber bailar tonada, pasillo ligero y alza o fandango, y “como Dios lo manda”, señala Roberto Sáenz, coordinador del grupo.

No exagera, pues hace 10 años Anchundia, conjuntamente con Paco Salvador, Juan Mullo, Édgar López y Edwin Caisapanta, se puso en la tarea de investigar cómo se bailaba desde 1850 hasta la actualidad y luego hacer una cartografía de los ritmos mestizos: sanjuanito, pasacalle, pasodoble, aire típico, capishca, chilena, vals...

Los pasos originales que ya se han desempolvado se ponen en práctica en los pies de estos hombres y mujeres que desean bailar al son de sus antepasados, dice Margarita Aldaz, asistente administrativa de 55 años e integrante del grupo.

Exhaustas, las seis parejas se retiran a un lado del auditorio para cambiarse de ropa y retornar a sus casas situadas en el sur: La Magdalena, El Recreo, Luluncoto, Villa Flora, Chillogallo, La Biloxi y Santa Rita.

El elenco de adultos ya tiene un año de actividad, se formó el 8 de septiembre del 2013, y seguirá -dicen ellos- con el empeño de colaborar en la formación de la primera escuela nacional de danza patrimonial.

Ese objetivo es prioritario, pues “nuestro folclor no evoluciona. Se justifica la falencia dancística proponiendo nuevas técnicas de vestuario, ahora ya no es el anaco azul sino el rojo, las pestañas más grandes”, admite Anchundia.

Danzando Tierra intenta romper con esas modas, pues la esencia es el baile, el vestuario es solo la piel del personaje, admite Alejandra Álvarez, otra integrante de la agrupación.

El grupo adulto ensaya los lunes, martes y miércoles. Quienes deseen integrarse pueden llamar al 098 393 7813.

Marcelo Salazar, arquitecto de profesión y uno de los alumnos más puntuales de Danzando Tierra, admite que se convertirán en embajadores de nuestra cultura mestiza.

La tonada ‘Primor de chola’

De fondo se escucha la tonada ‘Primor de chola’, interpretada por el dúo Benítez y Valencia (foto) allá por 1950. Primero entran los varones, zapateando fuerte; luego las cholas pinganillas del centro. Allí confluye una suerte de enamoramiento.

Los movimientos son hacia el piso, como si fuera un danzante; pero también hacia el aire, igual a los cepillados de la jota serrana. Todo porque este tipo de baile tiene la vertiente indígena y mestiza, aclara Édison Anchundia, director artístico del grupo Danzando Tierra. Concluye la tonada y surgen los aplausos de un grupo de pequeñas, junto con sus madres, que se sentaron al borde del auditorio con capacidad para 400 personas.

Un pasillo ligero, ‘Alegría’

Recuperan fuerzas. Vuelven a tomar posición y suena el pasillo ligero ‘Alegrías’, de Humberto Salgado (foto). La versión que se está bailando es mucho más rápida que la original, como una estudiantina. Según Édison Anchundia, director artístico del grupo Danzando Tierra, el pasillo llegó al Ecuador en 1880 y se quedó hasta 1920.

Era un ritmo de salón, y el grupo de adultos de ballet Danzando Tierra lo está reinterpretando, pues no hay registros de aquellos bailes. Eso sí, se sabe que el pasillo de salón se bailaba en pasos cortitos y que había sus diferentes cepillados, y solo las altas dignidades lo bailaban. ¿Y qué ritmo bailaba el pueblo? Los alzas (llamados también fandangos).

Un ‘Alza que te han visto’

Tras un descanso breve, los bailarines reciben unos abanicos. Están nerviosos. ¿Cómo se encuentran?, pregunta el director. La respuesta: “Más o menos nomás, aún no tenemos memorizados los pasos. Hace falta afinar algunos”, dicen al unísono los bailarines que están cerca a su maestro.

A un lado los nervios, suena el fandango ‘Alza que te han visto’, una versión de Carlota Jaramillo (foto). Para ponerlo en escena se optó por subir la velocidad del tema, porque el original es muy lento. Tiene mucha alzada de faldas, abanicos, pañuelos, cepillados (hacer con los pies una especie de barrido), mucho juego de puntas...

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