Redacción Sociedad
Soledad Mejía se encargó de informar a Joseph Yánez que en este año será el abanderado de la escuela Eduardo Carrión de Fe y Alegría, ubicada en el sur de Quito.
Desde hace cuatro años, Mejía es psicóloga del establecimiento y cuenta que ser abanderado implica una fuerte motivación y los convierte en líderes. “Son niños muy capaces para emprender no solo en lo académico, sino en formarse como líderes y guías para los demás. La seguridad que han recibido desde bebés les ayuda a superar cualquier obstáculo”.
Cuatro abanderados de Quito cuentan que no solo son buenos en el estudio, sino que fueron presidentes de cursos, promotores de proyectos y recibieron la confianza del profesor para quedarse al frente del aula en su ausencia.
De la experiencia personal como docente, Emilia Guerra, profesora de Química del Colegio San José La Salle, también conoce que es común que los hijos de quienes fueron abanderados tengan similar rendimiento. “Este tipo de designación eleva la autoestima en un 100%. Los chicos van a tener mejores posibilidades académicas en la Universidad. Eso implica que rendirán bien y demostrarán que son excelentes profesionales”.
Marco García, rector del Colegio Consejo Provincial, explica que el abanderado “es el mejor estudiante, no solo en conocimientos, sino en habilidades y valores”.
Mañana, estos alumnos portarán la Bandera para el juramento.
En el país, 212 120 alumnos del régimen Sierra y Amazonia participarán de este evento a propósito del 27 de febrero en conmemoración de la Batalla de Tarqui. El Ministerio de Educación dispuso que todos los planteles realicen mañana este acto cívico.
‘Mi papá también fue abanderado’
Roberto Herrera / Edad: 11 años /Puntaje: 19,92
Cuando mis papis se enteraron que sería abanderado se alegraron mucho. Los dos se pusieron muy felices y me dieron el mejor regalo: un libro con 120 poemas. Mi papá se llama Rodrigo Herrera y se dedica a soldar y a poner techos en las casas y de niño también fue abanderado.
Mi mamá Mercedes Narváez trabaja en un centro de cómputo en la Villa Flora (en el sur de Quito) y me cuenta que fue la mejor alumna de la escuela. Pero que una niña entró a sexto grado y le quitó la bandera. A mi hermano, Ricardo, le pasó igual. Era el mejor alumno de esta misma escuela, sin embargo como comenzó desde tercer grado y no desde segundo, no pudo ser como yo y solo le dieron un diploma.
Vivo en el barrio Santa Catalina en Cutuglahua (cantón Mejía). Siempre me ha gustado estudiar Ciencias Naturales. Una vez me olvidé que tenía una prueba de esta materia, pero me levanté a las tres de la mañana. Estudié una hora y saqué 20. A veces no estudio cuando tengo pruebas, solo pongo atención a las clases y no es difícil aprender. Cuando nos explican, ya entra todo en la cabeza y es facilito.
De grande quiero ser pintor o un gran empresario. Ya fui presidente del grado cuando estaba en cuarto y quinto. Me tocaba quedarme en vez de la señorita. Hasta que ella vuelva ponía ejercicios y mis compañeros sí me hacían caso. Ellos dicen que solamente paso estudiando, pero los viernes en la tarde descanso, juego, miro televisión y el sábado hago los deberes.
‘Mis papis me premiaron con torta’
Joseph Yánez / Edad: 12 años / Puntaje: 19,40
Una mañana cuando estuve en la formación, la señorita Soledad Mejía, que es la psicóloga de la escuela me dijo que este año yo sería el abanderado. Casi lloro de la emoción.
En la tarde salí corriendo a la casa y cuando llegué grite de la emoción y les dije a mis papás que tenía una sorpresa: que me nombraron abanderado. Ellos también se emocionaron. Mi papá se llama Mauricio Yánez. Él es conserje de unas canchas deportivas en Solanda (sur de Quito).
Me dijo que sería el ejemplo de la casa, que sea lo que él no fue. Mi mamá es Jenny Orozco y me compró torta para festejarme.
Siempre quise superar a mi hermano Gabriel y lo logré. Cuando él se enteró, con alegría me dijo me ganaste. Él también fue escolta en la escuela y ahora estudia en el ‘patrón’ Mejía.
A mí me gusta mucho el Inglés, Ciencias Naturales y Computación. De grande quiero ser técnico en computación para poder arreglar esos aparatos. Me he dedicado bastante a estudiar.
Cuando salgo de la escuela, lo primero que hago es ayudar a mi papá a cocinar. Él siempre hace cosas muy ricas para comer, pero no me acuerdo qué plato es.
Luego me dedico a hacer los deberes. Me quedo hasta la noche estudiando y los fines de semana también me pongo a revisar todas las tareas que me mandan los profesores.
Mis papis siempre me apoyan, nunca me han dejado solo. Ellos dicen que se sienten contentos y orgullosos. A veces se pelean, pero les pasa rápido y me dicen que siempre estarán junto a mí.
‘Mi familia es la mayor motivación’
Sebastián Mena / Edad: 17 años / Puntaje: 18,32
Siempre me ha gustado aprender de todo. Trato de buscar más experiencias.
Sé que debo ayudar a mi hermana, Angie, que está en segundo de básica de la escuela Sion, en el sur. Quiero que mis primos me tomen de ejemplo. Yo crecí con mis abuelitos Segundo Ángel Pacheco y Emperatriz Vásquez. Ellos me han inculcado cosas buenas.
Mi papá Carlos me dejó cuando yo era muy pequeño. Dicen que se fue a trabajar en EE.UU. y que nunca más volvió junto a mí.
Mi mamá es Tania Pacheco y vi cómo ella se esforzaba por sacarme adelante y creo que no la he defraudado nunca. Mi padrastro, Ángel Chuquimarca, me ayuda bastante y me quiere. Cuando hicieron el cómputo saqué 18,32 y al enterarse que por mis buenas notas fui elegido abanderado todos se alegraron.
Fue una felicidad increíble para mis abuelitos, para mi mamá, para mi papá Ángel. Él trabaja como bodeguero de una empresa y ha sido una ayuda fuerte para mí.
Los profesores me decían que iba a ser abanderado, que confíe en mí, porque era buen estudiante. Siempre me he caracterizado por tener buenas notas. Mis papás ya estaban acostumbrados a eso y creo que ya se imaginaban que podía llegar a este puesto.
Toda la vida me he dedicado a cumplir con los deberes. A veces mis compañeros hasta me piden que les preste los cuadernos.
Antes pasaba solo en la casa, porque mi hermana estudiaba en el valle y mis papás también trabajaban allí. Me concentraba en las tareas y he tratado de que las cosas me salgan muy bien.
‘A los de sociales nos decían vagos’
Katerine Pazmiño / Edad:18 años / Puntuación: 19,89
Ser abanderada en este colegio es un reto. Debemos demostrar que somos mejores que las demás. Ya fui abanderada en la escuela y hora que tengo 18 años he vuelto a repetir.
Sé que es una gran presión, porque cuando una compañera saca una nota más alta que yo todos dicen cómo se sacó ella y tú no. Es una gran tensión cuando se saca menos de 20 sobre 20. El 20 como que le sonríe a una, pero cuando se saca menos de eso no es igual y no se ve esa sonrisa en la nota. Yo, al menos, ya estoy acostumbrada a esos puntajes.
Recuerdo que en cuarto curso me saqué 14 en Investigación. Me sentí muy triste, porque nunca había obtenido eso. Mi papá, Édgar Pazmiño, y mi mamá, Rosa Rodríguez, son profesores y me entienden lo que significa estar inconforme con algo. En ese entonces ellos me dijeron que no me preocupara, pero no me quedé conforme. Hablé con el maestro, me mandó un trabajo y di lecciones orales hasta sacar 18.
Cuando estaba en tercer curso, mis profesores me dijeron que siguiera Físico Matemático, porque era excelente para las matemáticas, pero dije no.
Me pregunto ¿por qué a los que siguen Ciencias Sociales les dicen que son vagos? Yo quise demostrar que eso no es así, porque siempre me han gustado los retos. Seguí Sociales y demostré que no somos lo que dicen. Ahora quiero ser abogada. Me gusta hablar y resolver los problemas del país, quiero que evolucione. Mi perspectiva es llegar a la política para tratar los temas importantes de mi país.