Asistentes sanitarios, el filtro para evitar contagio de covid-19 en las votaciones

Lizeth Solano, asistente sanitaria de un recinto de Ibarra, vigilaba que todos portaran la mascarilla. Foto: Washington Benalcázar / EL COMERCIO

Lizeth Solano, asistente sanitaria de un recinto de Ibarra, vigilaba que todos portaran la mascarilla. Foto: Washington Benalcázar / EL COMERCIO

Lizeth Solano, asistente sanitaria de un recinto de Ibarra, vigilaba que todos portaran la mascarilla. Foto: Washington Benalcázar / EL COMERCIO

Con un chaleco verde, que la identificaba como asistente sanitaria, Lizbeth Solano controlaba este domingo 7 de febrero del 2021 que se cumplieran las medidas de bioseguridad en la Unidad Educativa Señora de Fátima, de Ibarra. Este plantel fue uno de los 138 recintos de votación de Imbabura.

Entre otras responsabilidades, los asistentes sanitarios vigilaban que los electores ingresaran con las mascarillas bien puestas y que mantuvieran el distanciamiento social. También impedían que no entraran con niños.

En Imbabura se contrataron 100 asistentes, solo para los recintos con más electores.

Como medida de prevención de la aglomeración de personas, en la Unidad Educativa Señora de Fátima se permitía el ingreso de grupos de 15 personas, mientras una cantidad igual abandonaba el lugar.

Con un distanciamiento de un metro entre una persona y otra se formó una fila frente a la junta electoral 8 de mujeres. Fue una de las 15 habilitadas en ese plantel educativo.

En la Universidad de Guayaquil, se pidió a los votantes retirarse las mascarillas, para verificar su identidad. Foto:Fernando Medina / EL COMERCIO

En cada una había tres escritorios unidos para los vocales. A la junta 8 llegaron los cinco integrantes de mesa. Con la cédula se constataba en una lista la presencia de cada electora y luego entregaban las cuatro papeletas de candidatos. También había dos dispensadores de alcohol para uso público.

Con rapidez, las ciudadanas votaban tras dos biombos, regresaban y firmaban el listado para recibir el certificado de votación. La mayoría de sufragantes llegó co alcohol y esfero; a quienes no lo tenían se les facilitaba uno. Luego era desinfectado con alcohol para entregarlo a otro usuario.

Entre las tareas de los asistentes sanitarios estaba coordinar con la fuerza pública el acceso de los electores. También, los conserjes de los lugares verificaban el aseo y la limpieza de las baterías sanitarias y áreas comunes.

Aunque en el interior de las juntas se mantenía el orden, no ocurrió lo mismo en la parte exterior. En las calles de la ciudad de Ibarra hubo aglomeración de personas. Esto sucedió en varios recintos, como en el del Colegio Diocesano Bilingüe. En los exteriores se formó una fila de tres cuadras.

En Guayaquil, no hubo asistentes sanitarios (en los recintos visitados), pero los protocolos de bioseguridad se aplicaron desde el inicio de la jornada. En la Universidad Estatal, uno de los recintos más grandes de la urbe, se pegaron las indicaciones de uso de mascarilla y distanciamiento en cada puerta de las aulas donde se votó.

Por ejemplo, en la junta 311 de mujeres, las votantes ingresaban con mascarillas y un esferográfico. Un máximo de dos personas entraban y entregaban la cédula a uno de los vocales, quien les pedía que se retirasen el tapabocas por unos breves segundos para corroborar su identificación.

Este procedimiento debían realizarlo con al menos un metro de distancia. El delegado de la junta tenía puesto un visor y a cada ciudadano le proporcionaba alcohol gel en las manos antes de que pasara a sufragar detrás del biombo.

Otros integrantes de las juntas electorales, en cambio, monitoreaban la desinfección de las mesas cada 10 personas.

Lo que no existió fue la toma de temperatura en el interior del recinto electoral. Pero los militares dentro de los recintos pedían a los asistentes que mantuvieran la distancia en las filas. Tampoco se permitió que las personas acudieran con niños o acompañantes.

Una medida de seguridad que también se observó en las juntas electorales fue el uso de doble mascarilla. Esto fue una decisión opcional.

Algunos votantes también acudían con trajes de bioseguridad y visores plásticos o acrílicos. En cambio, otros solo llegaron con alcohol o gel-alcohol antiséptico.

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