Asentamientos de mineros ilegales se borran poco a poco

En marzo del año pasado, así lucía el ingreso a la Ciudad de Plástico. Era uno de los sitios de acopio de las rocas.

En marzo del año pasado, así lucía el ingreso a la Ciudad de Plástico. Era uno de los sitios de acopio de las rocas.

Un grupo de policías del GIR vigila lo que queda de la denominada ‘Ciudad de Plástico’. Los gendarmes están a cargo del desmontaje. Foto: EL COMERCIO

La ‘Ciudad de Plástico’ desaparece paulatinamente. De ese asentamiento improvisado que tenía sitios de hospedaje, restaurantes, tiendas, bares, entre otros, solo quedan las estructuras de madera.

Un grupo de policías, equipados con machetes, derriba las casuchas que fueron construidas con tablas, plásticos y hojas de metal, por personas dedicadas a la minería ilegal.

Una tarea parecida se ejecuta en los sectores La Visera, La Feria, Mina Vieja, Mina Nueva y Mina del Olivo. Ahí permanece personal policial y militar de día y de noche. La idea es evitar que la gente que salió del sitio retorne en algún momento.

En estos poblados que se edificaron en las montañas del sector de El Triunfo, en la parroquia La Merced de Buenos Aires (Imbabura), habitaban más de 10 000 personas cuyas actividades giraban en torno a la extracción ilegal de oro.

La destrucción de los cambuches, las tarabitas por donde se trasladaba las rocas mineralizadas desde las minas y los laboratorios para el procesamiento de oro son parte del operativo que realizan la Policía y las Fuerzas Armadas para retomar el control de Buenos Aires.

Durante el primer mes del decreto de excepción se logró la recuperación del territorio, que antes estaba controlado por grupos de delincuentes, explicó Patricio Carrillo, jefe de Operaciones de la Policía.

En marzo de 2018, así lucía el ingreso a la Ciudad de Plástico. Era uno de los sitios de acopio de las rocas. Foto: Archivo EL COMERCIO

Producto del operativo se abrieron siete instrucciones en la Fiscalía de Urcuquí. La mayoría son por minería ilegal y uno por asesinato.

La Policía también investiga a dos ciudadanos en cuyos teléfonos celulares se encontraron imágenes de ellos vestidos con ropa militar y portando fusiles.

Los asentamientos irregulares comenzaron a surgir a finales del 2017, cuando varios mineros descubrieron unos yacimientos del metal dorado. Sin embargo, ahora todo luce desolado.

Cada asentamiento está a cargo de un grupo. La vigilancia y el desmontaje de la Ciudad de Plástico, por ejemplo, es responsabilidad de efectivos del GIR, UMO y PJ.

Los gendarmes desarman las cabañas y apilan las maderas. También recogen la basura, para evitar la proliferación de ratas, que comenzaron a multiplicarse en estos campamentos mineros, explica un oficial.

Para este fin de semana, entre tanto, está previsto el ingreso de más personal policial y de otras instituciones públicas, como el Ministerio del Ambiente (MAE), para participar en una limpieza total de la zona.

El objetivo es recoger los plásticos y desechos. Como parte del operativo un tractor ingresó ayer a la localidad para ampliar la vía que conecta a la cabecera parroquial con los sectores vecinos a las minas.

La actual carretera de tierra es estrecha y permite el paso de un solo vehículo a la vez, lo que complica la movilización.

El centro poblado también luce vacío. La mayoría de negocios que se instalaron en la zona cerraron este mes, asegura José Andrade, vocal de la Junta Parroquial.

Durante el año y medio que duró la fiebre del oro se instalaron discotecas, restaurantes, hoteles, ferreterías... Los propietarios de los negocios que no eran de Buenos Aires abandonaron la parroquia.

Solamente en locales de comida había 30. Pero quedan 10, que hoy atienden principalmente a los 300 uniformados que permanecen en la zona.

En el ramal de ingreso a Buenos Aires hay tres controles policiales y militares. Los uniformados solo permiten el acceso de los nativos de la localidad. Para movilizarse deben presentar una copia de la cédula de identidad con un sello de la UPC de Buenos Aires y del Puesto de Mando Unificado. 

Como parte de la medida de excepción los habitantes de la parroquia pueden circular solamente de 05:00 a 19:00. A través de un altoparlamente se les recuerda que deben ingresar a sus hogares.

A pesar de la presencia de la fuerza pública hay personas que aún procesan oro en las noches, asegura Andrade, quien ha sido alertado por varios campesinos.

Ayer un grupo de agentes visitó un centro de procesamiento de oro, en el sector conocido como la Y, que había sido destruido. En medio de las piscinas abiertas en el suelo y los plásticos rotos de lo que fue el techo se encontró varias vasijas de barro, en las que se habría fundido el metal, posiblemente la noche anterior. El sitio tenía instalaciones eléctricas y focos tirados en el piso.

Los gendarmes recolectan las herramientas, como taladros, generadores eléctricos y motosierras. También los sacos con material mineralizado, que deben ser trasladados por personal de la Agencia de Regulación y Control Minero.

Según un comunicado de esta institución, en los primeros 12 días del operativo se confiscaron 2 800 bultos de rocas mineralizadas y 337 equipos que se utilizaban para la extracción y procesamiento del oro.

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