Dos asaltos, en menos de una semana, a un mismo local comercial en el sur de Quito se registraron en video

La primera vez, un delincuente no alcanzó a llevarse el dinero. La segunda la agredieron físicamente y le arrebataron USD 550.

La primera vez, un delincuente no alcanzó a llevarse el dinero. La segunda la agredieron físicamente y le arrebataron USD 550.

La primera vez, un delincuente no alcanzó a llevarse el dinero. La segunda, la agredieron físicamente y le arrebataron USD 550. Foto: Cortesía

Momentos de tensión vivió Andrea (nombre protegido) luego de que delincuentes ingresaron dos veces a su local comercial, ubicado en El Camal, sur de Quito, para robar. La primera vez, un delincuente no alcanzó a llevarse el dinero. La segunda la agredieron físicamente y le arrebataron USD 550.

A continuación su testimonio:

“A las 18:30 del sábado 8 de febrero del 2020, un hombre ingresó a mi tienda cuando me encontraba sola. Se dirigió directamente a la caja, apuntándome con un arma de fuego. Él era alto, trigueño y tenía un peinado extraño, rapado a los lados y abultado en la parte superior de la cabeza como si tuviera una cresta.

Me pidió las llaves de la caja y le contesté que no las tenía. De forma amenazante, me dijo que me acompañaba a buscarlas en la otra repisa con mercadería. Me puse muy nerviosa y me exigía que le entregue el dinero. En esos momentos me bloqueé y pasaban transeúntes afuera del local, pero él me decía que me quedara callada y que no avise lo que sucedía. Le dije que se lleve mercadería, pero no quiso, insistía que necesitaba dinero en efectivo.

Finalmente, hubo un momento en el que no soporté el estrés de tenerlo en mi negocio y grité ¡auxilio!

Salió corriendo, se subió en una motocicleta y escapó con otra persona. Apenas recuerdo que la placa de ese vehículo comenzaba en HI. Le llamé a mi esposo y comenzaron a llegar clientes. Los vecinos me recomendaron instalar un timbre por seguridad.

Iba a llorar, pero me tranquilicé. Luego atendí a unas personas y olvidé lo que pasó en esos momentos.

Lo malo fue que los delincuentes regresaron cuatro días después, el miércoles 12 de febrero. Aparecieron casi a la misma hora. Entre ellos no se encontraba el tipo de la otra vez, pero noté que eran de la misma banda porque me mostraron la misma arma de fuego para amedrentarme.

Eran dos y llevaban puestos sus cascos de motociclistas. Primero ingresó uno a preguntar los precios de los pañales más económicos y me entregó un billete de USD 20. Le dije que no tenía sueltos; entonces, me pidió otros más caros. Segundos después arribó el otro ladrón, quien comenzó a deambular en el local.

Les dije que iba a buscar otros pañales en la bodega de mi negocio y de eso se aprovecharon para ingresar a la caja y agredirme. Me rebuscaron la llave y la encontraron. Intenté aplastar el botón de seguridad, pero me arrojaron contra el piso. Me halaron del brazo. En el video se observa que una chica ingresó al negocio, pero huyó asustada.

Para neutralizarme me agarraron del cuello y se sacaron USD 550. Con una parte de ese dinero iba a pagar el arriendo del local. El arma que llevaban era de color plateado, de las mismas características con la que trataron de asaltarme el otro día. Al final, cuando ellos se iban, tomé un palo de escoba y los golpeé hasta que salieron y se subieron en una motocicleta. Fue arriesgado lo que hice, pero me indigné por lo que me agredieron y atracaron”.

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