En el parque se ejecuta un plan de intervención, incluye un cerramiento ornamental. Fotos: Galo Paguay, Ana Guerrero y cortesía Epmmop / EL COMERCIO.
Han estado en pie por décadas, acompañando el caminar de peatones, comerciantes y migrantes. El Ejido alberga 127 de los 448 árboles patrimoniales de Quito. En el espacio verde está en marcha un plan de intervención.
Ciprés, cedro, casuarina, araucaria, palma fénix, nogal y secuoya son algunas de las especies que se levantan en las cerca de 11 hectáreas del área verde inaugurada el 24 de mayo de 1922. En principio, recapitula Alfonso Ortiz, historiador, se le llamó Parque de Mayo.
Los ejidos eran terrenos comunales de la ciudad. En todas las urbes de fundación española se los encontraba. Había el de Iñaquito que iba hasta Cotocollao y otro, en Turubamba, en el sur. Pero en la época de la independencia, las autoridades de la Gran Colombia obligaron al Municipio a vender las tierras, aludiendo que estaban arrendadas a particulares y que era mejor venderlas para tener dinero para obras y para la guerra, pues restaba la independencia del Perú.
Así que pasaron años hasta que la ciudad viera un espacio como el actual parque, donde a los tesoros naturales no solo se los diferencia por su imponencia, cada uno tiene un distintivo que da cuenta de su condición: “Es patrimonial por su avanzada edad a la que acompaña un magnífico porte. Por sus notables dimensiones. Por su localización”.
Jorge Polo, coordinador de arbolado urbano de la Secretaría de Ambiente, recuerda que hay criterios definidos para la declaratoria. Entre ellos: nativo, rareza en la zona de estudio, existe una interrelación del árbol con la comunidad, con importancia histórica, ligado a una tradición.
Entre las especies patrimoniales de El Ejido está el ciprés de Monterrey. Fotos: Galo Paguay, Ana Guerrero y cortesía Epmmop / EL COMERCIO.
En el grupo se cuentan ejemplares como los plantados en el parque La Alameda por el padre Luis Sodiro, botánico del siglo XIX y primer director del Jardín Botánico de Quito: cipreses, fresnos. Además de la carga histórica se toma en cuenta que sea una fuente importante de semillas para la regeneración de los bosques.
Para conservar la memoria de las especies, en el 2013, el Municipio dispuso la declaratoria de árboles patrimoniales. En el 2006 ya hubo un primer listado de candidatos. Y para el 2014, se ubicaron 53. En el 2017 se proclamó otro grupo en parroquias rurales y bosques.
Polo adelanta que hay más ejemplares en la mira. El cedro de la González Suárez, el cholán de la Humboldt, el molle de la Comisión Fulbright.
En la zona urbana, los parques El Ejido y La Alameda albergan el grueso de los tesoros naturales. También se encuentran en la Plaza Grande, La Carolina, sitios privados y en parques de las parroquias Cumbayá, Tumbaco y Puembo.
En El Ejido, el Municipio empezó una intervención que incluye la conservación de los árboles. Uno de los males que los aqueja: se han convertido en urinarios. Otras afectaciones a los ejemplares del parque y del resto de Quito: compactación del suelo, hongos, plagas, ausencia de pararrayos, construcción de camineras.
Esteban Moscoso, gerente de Espacios Verdes y Parques de Quito, anuncia que la recuperación es “prioridad número uno”. Las acciones incluyen la incorporación de un cerramiento ornamental. El presupuesto es de USD 400 000 y tomaría ocho meses. No se cerrará el parque, sino que habrá un orden en el uso. Los horarios coincidirán con los del Metro (posiblemente de 05:00 a 23:00 o 00:00). En el lugar se construye una parada.
En el parque se lleva a cabo un plan de intervención. Incluye iluminación y se prevé un cerramiento ornamental. Fotos: Galo Paguay, Ana Guerrero y cortesía Epmmop / EL COMERCIO.
Ya está por concluir otro eje: la iluminación. En el sitio informan que se reemplazaron 123 luminarias y Moscoso anuncia que se colocarán ocho postes adicionales. Desde la Empresa Eléctrica Quito hablan de 140 elementos a un costo de USD 30 000.
La iluminación va atada a la seguridad. Moscoso da cuenta de 256 delitos registrados en el 2019. Y trabajadores como Rafael Morales, de la Asociación Quito Luz de América, dan testimonio de venta de drogas.
La meta general: recuperar un sitio que fue parte de los proyectos de mejoramiento de los espacios públicos. Esta labor, recuerda Alfonso Ortiz, se ejecutó con la Junta de celebración del centenario de la Batalla de Pichincha.