Las propuestas de Arauz y Lasso se intensifican. Presidenciables apuntan a grupos que defienden derechos y han sido relegados. Fotos: archivo / Flickr CNE
Desde dos provincias, una en el Austro y la otra en la Amazonía, los candidatos presidenciales finalistas marcaron el pasado 28 de marzo el inicio de una agresiva campaña para captar el voto de los grupos que defienden varias causas.
Andrés Arauz (Unes) prometió desde el Parque Nacional Cajas, en la provincia del Azuay, la creación de la comisión de auditoría ciudadana para las concesiones mineras. Guillermo Lasso (Creo-PSC) ese mismo día anunció, desde Orellana, su apoyo a una consulta popular para proteger el Parque Nacional Yasuní.
Los discursos, tanto en las caminatas como en las redes sociales, se han intensificado desde entonces hacia grupos ambientalistas, animalistas, ecologistas, feministas, Glbti. También hacia el agricultor, campesino e indígena.
El miércoles 31 de marzo del 2021, por ejemplo, los dos candidatos se comprometieron a luchar por los derechos de la comunidad trans, a propósito del Día de la Visibilidad de esa colectividad. También enfocaron sus propuestas hacia la unidad del pueblo indígena.
Sin embargo, los ofrecimientos se salen del guion, pues no todo lo prometido se contempla en los planes de gobierno de los dos postulantes. En ellos se abordan temas para la conservación ambiental, pero en líneas generales.
Algunos colectivos coinciden en que Ecuador observa en el balotaje una estrategia de campaña que se enfoca en el ‘marketing electoral’ para llegar a un nicho: las minorías.
Grace Jiménez, analista política, consideró que los postulantes han ampliado su discurso hacia otros sectores, que se decantaron por candidatos como Yaku Pérez o Xavier Hervas en la primera vuelta.
“Son sectores que históricamente han quedado relegados en el debate, hoy se ha dado un primer paso, pero no es suficiente”, manifestó.
Agregó que la discusión de las causas ha visibilizado a los grupos que los embanderan. No obstante, cree que si lo que prometen no está en el plan, no servirá a futuro para emprender una revocatoria de mandato por los incumplimientos.
En el plan de Arauz se contempla como eje la justicia ecológica y transición energética, la justicia igualitaria para las mujeres y grupos excluidos y la justicia decolonial, plurinacional e intercultural. Esta última expone la necesidad de reconocer políticamente la diversidad étnica, regional, de género y generación, de filiación política o religiosa.
El plan de Lasso incluye una reforma de la Ley de Educación Intercultural. También hace énfasis en fortalecer la protección a la naturaleza y fomentar técnicas limpias de producción. Además, se reconoce la necesidad de enfrentar la violencia intrafamiliar y el abuso contra la mujer.
Los colectivos tienen su lectura. María Cristina Cely, directora de One Health, grupo vinculado a la conservación marina, cree que hay un intento político para tratar de convencer a las agrupaciones que no fueron tomadas en cuenta en primera vuelta. “Como patadas de ahogado; lo que quieren es recibir nuestro apoyo”.
Indicó que no es suficiente incorporar las propuestas de ecologistas, ambientalistas y animalistas para el discurso, sino que se debe reafirmar en los planes. “Arauz, dentro de su plan, habla de justicia ecológica. Lasso ha intentado acercamientos, pero hasta la fecha no nos han llamado”.
Dijo que no se han mencionado a fondo la Reserva Marina de Galápagos, la pesca ilegal, la nueva Ley de Pesca, subsidios pesquero, carbón azul. “Lo importante es conversar con quienes estamos a diario luchando en estos temas”.
Emilio Villafuerte, fundador de la Fundación Valientes de Corazón, que lucha por los derechos Glbti, recordó que durante el debate presidencial pasado no se mencionó nada sobre política pública y protección hacia esa población.
Contó que en días previos a esa jornada emitieron un comunicado firmado por 14 organizaciones, dirigido a ambos candidatos, pero no ha habido respuesta. Les interesa, entre otras cosas, saber cómo disminuirán los crímenes hacia ellos. Solo en la época de la pandemia, dijo, contabilizaron ocho asesinatos calificados como homotransfobia.
“Es necesario que el discurso gire en torno a los derechos humanos Glbti, que implique un compromiso escrito y no solo una postura verbal o por redes sociales. Necesitamos erradicar la discriminación desde lo educativo, sanitario, laboral y económico”, precisó.
Benito Bonilla, director de comunicación de Fundación Pachamama, consideró que para esta elección será determinante el voto blando. Explicó que hay dos temas que considera fundamentales: Yasuní y la minería. “Las dos candidaturas intentan entrar en un nicho de votos blandos con narrativas para las minorías”.
Para Kattya Murrieta, activista feminista, los dos candidatos no cuentan en sus planes con una agenda nacional de competitividad para erradicar los problemas que afectan no solo a las mujeres, sino también a otros grupos minoritarios y relegados.
Murrieta consideró que hay temas que siguen “en el aire”, como la despenalización del aborto en los casos de violación. Afirmó que es necesario abrir el debate, también pidió erradicar la violencia.