El mayor Fidel Araujo, desde la ventana del departamento donde vive hace un año. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Aún no le han notificado la fecha exacta, pero está esperando la boleta de captura. A Fidel Araujo le quedan aún algunos días en libertad porque su abogado, Reynaldo Zambrano, presentó una acción de protección y el trámite está en marcha.
Además, solicitó copias certificadas de todo el proceso para llevarlas a instancias internacionales, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y luego, la Corte.
Lo hará luego de que ya agotó casi todas las instancias nacionales: Tribunal de Garantías Penales, Corte Provincial de Pichincha y Corte Nacional de Justicia. Dentro de poco, a la lista se sumará la Corte Constitucional, a donde debe ingresar su acción de protección. Pero eso no evitará que llegue la boleta de encarcelamiento.
Está consciente de que el momento se acerca. Sabe ya lo que es vivir en prisión, pues estuvo seis meses en una, sin embargo, la idea de regresar le inquieta.
En estos días busca una bodega para guardar sus muebles. Pronto deberá dejar el departamento que decoró a su gusto. En la pared principal de la sala hay un cuadro que pidió a un pintor de El Ejido. Tiene caricaturas de El Chavo, Don Ramón, Carlos Michelena, Tres Patines, Cantinflas, Mr. Bean y Charles Chaplin, que le recuerdan que una de sus misiones más importantes en la vida siempre será sonreír.
El mayor Fidel Araujo decidió cumplir con la condena de tres años que le fuera impuesta por la Corte Nacional de Justicia, luego de negarle su pedido del recurso de casación, aunque él sostiene su inocencia.
Su familia le ha pedido que considere la posibilidad de buscar asilo o refugiarse en la clandestinidad, para evitar la cárcel, pero él se niega. Confía en la justicia, aunque no en sus operadores y cree que en algún momento podrá contar con ella. Por eso recurre a todas las instancias.
En estos años, vio a su madre pelear contra un linfoma no hodgkin y vencer. También vio a sus hijas Nicole, de 24, y Michelle, de 25, apoyarlo en su proceso judicial, mientras la primera se convertía en relacionista pública, y la segunda, veterinaria. Ellas son su orgullo y su motivación.
Desde hace un año, Araujo vive en un departamento arrendado, en las afueras de Quito. Cuenta que se mudó allí para recuperar un poco de la paz que le quitó su proceso judicial. Dos de los cinco años que lleva en los tribunales fueron tranquilos.
Trabajaba en consultorías en comunicación, que es a lo que se dedicaba desde que pidió su disponibilidad en el Ejército, en el 2005. Pero cuando anularon su absolución, en el 2012, su situación laboral y económica se complicó.
Los amigos y colegas le manifestaban su apoyo, pero ya no le ofrecían trabajo, menos si tenían contratos con el Estado. Sus medidas sustitutivas incluían impedimento de salir del país y de enajenar sus bienes. Además, tenía restricciones financieras. Cuando el dinero escaseó más, decidió vender su automóvil.
A veces la preocupación y la tristeza le ganaban, pero Araujo prefirió ser creativo ante la adversidad. Afirma que luchó siempre por no dejarse absorber por la constante incertidumbre de su situación.
A las pocas consultorías que le quedaban se le sumaron dos trabajos que considera tan dignos como los anteriores: transportaba a turistas extranjeros entre el aeropuerto de Tababela y la ciudad y luego hacía de guía de turismo de aventura.
Destinos como el Ilaló, el río Pita, Misahuallí o Tena estaban en su oferta. En ese oficio halló una ventaja: no enfrentaba los prejuicios de los clientes, pues no lo conocían ni sabían sobre su situación judicial.
Mientras el día de volver a una celda llega, Araujo sigue con su rutina. Madruga, como lo hacía en las Fuerzas Armadas, para hacer ejercicio cerca de su casa. Regresa a desayunar a eso de las 07:00 y luego toma un bus con dirección a Quito. Todos los lunes, su camino tiene un destino: la corte en la que debe presentarse semanalmente, desde que le aplicaron las medidas sustitutivas.
Cuando ocurrió la revuelta policial del 30 de septiembre del 2010, el mayor del Ejército en servicio pasivo vivía junto con su madre, quien había enviudado, en un departamento a un par de cuadras del Regimiento Quito.
Para Araujo, vive una persecución judicial, empujada por la política, porque participó en la caída de Jamil Mahuad y apoyó a Lucio Gutiérrez durante su Gobierno. Lo hizo -sostiene- porque el espíritu de cuerpo es el modo de vida de un militar.
El caso
30/09/2010
El mayor del Ejército en servicio pasivo estuvo en las afueras del Regimiento Quito, durante algunas horas. Afirma que pasado el mediodía se fue y no volvió.
04/10/2010
Fue encarcelado, bajo la figura de prisión preventiva. Fue acusado de incitación a la rebelión de la fuerza pública, por la rebelión policial. Él se declara inocente.
06/04/2011
El mayor Fidel Araujo fue puesto en libertad, luego de que el Tribunal Cuarto de Garantías Penales lo absolviera de todos los cargos, por falta de pruebas.
8/03/2012
La Segunda Sala de la Corte Provincial de Justicia de Pichincha declaró nula la absolución a Fidel Araujo, porque dicha audiencia se hizo de forma pública.
01/09/2015
La Corte Nacional de Justicia negó el recurso de casación presentado por la defensa y sentenció a Araujo a tres años de prisión. Antes, la pena era de seis.