Este sábado 14 de abril del 2018 se realizó un plantón en Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
El rostro sonriente de Edison Geovanny Valencia Bravo, adherido a sus camisetas, contrastó en la incertidumbre y el dolor de familiares y amigos. El biólogo de 27 años salió el 20 de enero del puerto de Manta (Manabí), en una embarcación atunera a la que subió como inspector de pesca. El 6 de marzo su padre recibió una llamada a las 18:00; había desaparecido.
“Hay una denuncia por desaparición; ese es el reporte que dio el capitán del barco. Pero aún no ha concluido el peritaje, tampoco está listo el informe de Criminalística”, explicó Benner Valencia, padre del biólogo guayaquileño.
Él se trasladó a Manta, donde se realizan las investigaciones. Y este sábado 14 de abril del 2018 decidió volver a Guayaquil para participar en un plantón organizado por amigos.
En uno de los carteles, el joven aparece en la parte más alta de un barco pesquero. Está frente a los binoculares que usaba continuamente para su oficio. Su misión era controlar que en medio la captura diaria no se afectara a especies protegidas, como tiburones, tortugas y mantarrayas. Esa fotografía se elevó junto a una de las puertas del Parque Centenario, frente a la avenida 9 de Octubre.
La información recabada hasta ahora no convence a sus allegados. “Hay cosas que no están claras. Me parece mal que el barco haya salido nuevamente a faena mientras no se completan las investigaciones”, dijo Valentín Cucalón, marino en servicio pasivo y padre de un amigo de Valencia.
Según datos de la Dirección Nacional de los Espacios Acuáticos (Dirnea), desde el 2013 se ha reportado la desaparición de 16 personas en altamar, solo en la provincia de Manabí.
En sus declaraciones, los 21 tripulantes del barco Don Ramón coincidieron en que a las 23:15 notaron la ausencia del joven. Fue dos días antes de la llamada que recibió el padre.
El último sitio donde lo habrían visto fue en la cubierta del barco. Ahí, supuestamente, hallaron su chaleco. La Capitanía del Puerto de Manta informó que se trataría de una presunta caída accidental.
“Eso nos parece extraño. Sabemos, por su experiencia en viajes anteriores, que él acostumbraba a descansar en su camarote desde las 19:00”, recuerda Cándida Valencia, tía del profesional egresado de la Escuela Politécnica del Litoral. “No es justo. Es como si un objeto se hubiera perdido en el mar y nadie dice nada”, continua, tratando de contener las lágrimas.
Inicialmente, el plantón se concentró frente a una de las oficinas de la fundación para la que Valencia trabajaba. Allí, sus compañeros de profesión pidieron que se establezcan garantías para su trabajo y un protocolo más exhaustivo de búsqueda en caso de incidentes en altamar.
La búsqueda por aire y mar duró tres días. Al operativo se sumaron embarcaciones de Estados Unidos, Panamá y Perú, que se encontraban cerca al sitio donde desapareció. Fue a más de 840 millas de costas peruanas, según relataron los familiares.
Valencia tenía algunos planes en mente, como recordó esta mañana su primo Marvin Álava.
“Ya tenía pagada su maestría para irse a Canadá. Pensaba retirarse por sus estudios”. Por eso este sería su último viaje de trabajo.