Me permito contar que el lunes último, de pronto, vinieron a mi mente los nombres y las personalidades de varios periodistas de los tiempos idos, buena parte de los cuales está, felizmente, con vida y con entusiasmo, igual que sus esposas. Fue con motivo del lanzamiento del libro ‘60 anécdotas quiteñas’ y lo mejor que se me ocurrió en la presentación fue… contar anécdotas.
En este caso, con rememoraciones personales, bromas y otros aspectos muy humanos de gente valiosa que pasó por este diario.
Quedaron pendientes, por supuesto, las anécdotas y crónicas correspondientes a largos años de historia, especialmente de las últimas décadas, en que en estas páginas se han registrado pasos valiosos e interesantes del periodismo, con aportes de fundamental importancia para la vida del país.
Con la presencia de centenares de periodistas destacados, desde figuras del periodismo nacional hasta reporteros, quienes –cada cual desde su trinchera- han brindado sus aportes calificados, que están registrados en decenas de miles de páginas significativas. Ciudadanos con reconocidas virtudes así como directivos que también marcaron épocas. Solamente sus nombres pueden llenar libros amplios y significativos.
El lanzamiento y el libro de las anécdotas constituyeron un acercamiento al pasado, algo que agrada a buena parte de los ciudadanos. Pero luego, el viernes último, se dio un contraste en el ambiente periodístico. Se registró un paso interesante con miras al futuro. La preinauguración de una prensa de altas condiciones técnicas que se incorpora a la serie que ha funcionado a lo largo de 103 años en las instalaciones del Grupo El Comercio. Otro suceso histórico del cual fuimos testigos presenciales y algo vamos a comentar.
En ese evento, se dio –sin previo aviso- una nota muy grata e interesante, que merece ser puesta de relieve. Al mirar a esa gran prensa que se preinauguró vimos que llevaba un nombre sugestivo. ‘La Reina’ ¿Cómo así? Es algo más grande que una anécdota, tal vez, pero que rememora una circunstancia muy simpática.
‘La Reina’ –según cuenta la historia- fue una pequeña o mediana empresa de coches, cuando a principios de siglo era el vehículo en que se movilizaban las personas para sus desplazamientos urbanos y también para viajar entre algunas ciudades, como Quito y Riobamba.
Esa empresa fue forjada y desarrollada, con mucho entusiasmo, dentro de las circunstancias de la época, por los hermanos César y Carlos Mantilla Jácome, dos jóvenes venidos de provincia, empresarios natos de singular visión. Tanto que dieron ese primer paso y luego fundaron un periódico, que no solo sobrevive hoy sino que reinvierte y se expande. Los descendientes de los fundadores tuvieron el buen gesto -anecdótico y mucho más- de bautizar a esa prensa gigante como ‘La Reina’.