Andy, de 11 años, estará al menos cuatro meses en el centro de acogida temporal. Foto: Evelyn Jácome/ EL COMERCIO.
Lo que más le afectó de la calle fue la soledad. El no tener a nadie con quien conversar y el frío de las madrugadas en algún parque o vereda, en donde los cartones no bastaban.
La noche del martes 13 de octubre del 2015, Andy, de 11 años, volvió a dormir en una cama luego de haber pasado dos semanas en la calle. Huyó de su casa. Contó que era víctima de malos tratos. Su padre al parecer consumía droga, según la Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen).
Cuando Andy se cansó de ir de un lado a otro, de tener que buscar comida entre la basura, se acercó a la Policía, que lo rescató a través de la Dinapen.
A 10:15 de este miércoles 14, Andy jugaba fútbol en el patio de centro de acogida Mi Caleta. Las autoridades lo reubicaron allí mientras se investiga su situación.
Andy no estaba nervioso ni asustado, pero es tímido. Sentado en su nueva cama, miraba sus piernas delgadas y morenas. Pocas veces levantó el rostro. A veces también sonrió.
Cuando recordó la calle dijo que no pensó que era tan fea, que a veces sintió miedo, que creyó que se quedaría allí por siempre. De su casa tampoco habla mucho. Extraña a sus hermanos de 9 y de 14 años.
Benjamín Ponto, coordinador de la Fundación Proyecto Salesiano que trabaja por los niños de la calle, contó que tienen 1 140 niños que pertenecen a seis programas de ayuda. Mi Caleta es uno de ellos.
En el lugar acogen a 14 pequeños, uno de ellos es Andy. Además, ayudan a niños y adolescentes que trabajan en los alrededores del Parque del Arbolito.
Los niños reciben terapias de psicología, apoyo de trabajo social, servicio de comedor y acogimiento.
Benjamín cuenta que Mi Caleta es el corazón de la obra salesiana. Sus niños acuden a la Unidad Educativa San Patricio, en La Tola, que recibe a quienes tienen educación inconclusa y rezago escolar. Andy acudirá a este plantel pues su antiguo colegio, ubicado en Calacalí, queda muy lejos.
Ahora Andy no solo tiene una cama sino un cronograma de actividades. Junto con sus compañeros todos los días deben levantarse a las 06:00. Se duchan y asean y a las 07:00, el desayuno está listo. A las 08:00 se dedican a arreglar la casa y luego van a la escuela en La Tola. Las clases terminan a las 15:30. Regresan y tienen tareas dirigidas. Las terminan y se distraen en el patio o en el parque. A las 19:00 se sirve la cena. Y a las 20:30 duermen.
Benjamín explica que Andy está en proceso de adaptación y de estabilización. Este viernes se realizará la primera visita domiciliaria.
Una trabajadora social, un representante del Ministerio de Inclusión Económica y Social y Benjamín irán a la visita. Allí hablarán con su familia y visitarán la escuela en donde estudiaba.
En primera instancia, el pequeño permanecerá en el centro cuatro meses, pero según la información que se obtenga en su casa se sabrá si su estadía en el centro se prolonga.
Mi Caleta pidió una medida de protección de acogimiento. Ese trámite se realiza siempre que un niño entra al lugar. Con el parte policial se remite la información a un Juez, para que avale la permanencia del pequeño en el lugar. El trámite demora entre 15 días y un mes.
El coordinador explicó que deben contrastar la información que Andy dio, hablar con toda la familia. “Aquí son buenos. Me dieron esta ropa porque no tenía nada. Además me dan comida”, dijo el niño, quien pide ayuda para sus cuatro hermanos.