El Presidente de la República y su comitiva regresaron de China con la buena nueva de que el Gobierno consiguió endeudarse en otros USD 7 500 millones con bancos asiáticos y que unos USD 4 000 millones ingresarán este año para financiar parte del plan de inversiones.
Como al Presupuesto del Estado le siguen faltando recursos, el Régimen cree que podrá conseguirlos por otras vías que aún no han sido detalladas. En todo caso, según el Ministro de la Política Económica, el financiamiento del Presupuesto es un tema menos relevante en el escenario actual, ya que el mayor impacto por la caída de los precios del petróleo y la apreciación del dólar están en el sector externo del país.
Esa lectura, sin embargo, minimiza el impacto que ha tenido el gasto público en una economía que se acostumbró a crecer con base en el gasto público. Con un presupuesto recortado para este año y restricciones al comercio se avizora un menor desempeño económico.
En el sector externo, las autoridades han decidido poner un frenazo al comercio exterior, pensando que las
restricciones a las importaciones ayudarán a sostener
la dolarización, como si el objetivo fuera sostener un tipo de cambio fijo.
El objetivo siempre fue hacer sostenible el crecimiento económico, porque permite reducir la pobreza, bajar el desempleo y las desigualdades.
El Gobierno ha hecho varias cosas importantes en esa línea, invirtiendo en infraestructura, en educación y salud. Pero el problema del modelo que se viene aplicando por ocho años es que el Régimen decidió hacerlo básicamente solo, entusiasmado con los recursos que le dejaban la bonanza petrolera y el acceso a deuda pública.
Ahora que el escenario es adverso, las medidas anunciadas por el Régimen también dejan ver que el modelo no tiene herramientas para poner en marcha una política anticíclica, la cual se construye en los períodos de bonanza. Y esa época ya pasó.