En política, como en el amor, todo ocurre, hasta lo impensable. No hay excepciones, ni en las telenovelas ni en la política ecuatoriana. Claro, como en ambos se involucran sentimientos, pasiones e intereses, hay desenlaces que superan lo ‘correcto’.
Lo que ocurrió en la última sesión extraordinaria del Concejo Metropolitano de Quito se enmarca dentro de este libreto. En la votación que se registró para aprobar el acuerdo entre el Municipio y los transportistas, dos votos de los 11 que sumaban los concejales de Alianza País, apoyaron el acuerdo. Así, Karen Sánchez y Alicia Ledesma (alterna de Edy Sánchez) se pronunciaron por el planteamiento del alcalde Mauricio Rodas y de los ediles de la alianza SUMA-Vive.
Con estos dos votos, el apoyo al acuerdo con los transportistas fue contundente: 12 a favor 9 en contra. Con una diferencia de tres votos, incluyendo el del alcalde Rodas, a la bancada SUMA-Vive no le preocupó, como se esperaba, la inasistencia de la edil Ivonne Von Lippke. En un escenario normal (11 votos de País) sumado a la ausencia de Von Lippke, el acuerdo no hubiese sido aprobado.
Esta es la primera vez que esto ocurre. Recién han pasado nueve meses y, al parecer, la correlación de fuerzas al interior del Cabildo no está consolidada, me atrevería a decir para ninguno de los dos lados. Esta situación genera intranquilidad, una suerte de cara o cruz para determinar lo que pasará en la sesión de Concejo en la que se traten otros temas considerados de peso, de interés, de envergadura. A menos de un año de gestión, esta lista es larga: metro, trolebús, metrocables, finanzas municipales, movilidad, programas sociales, etc.
El escenario está por definirse. Todos dirán, y así lo argumentarán, que sus acciones van en beneficio de los quiteños. Lo que queda claro, por ahora, es que el Concejo quiteño no termina de cuajar, como que no toma rumbo o, al menos, velocidad.
La ciudad y sus problemas así lo exigen.