Dos análisis forenses revelan detalles del crimen de la quiteña Diana Proaño

Tenía 31 años. Era profesional e independiente. En diciembre será un año de su asesinato. En realidad se trató de un doble crimen: a Diana Proaño le faltaban apenas tres meses para dar a luz. La Policía la localizó dentro de su vehículo el 5 de diciembre del 2013. El carro apareció abandonado en el parqueadero de la Concha Acústica, en el sur de Quito.

La semana pasada concluyeron los 90 días de investigación fiscal por la muerte de Proaño, ejecutiva de una empresa telefónica que opera en la capital. Por ahora, Juan Francisco G., un capitán en servicio activo del Ejército es el principal sospechoso. Permanece detenido en una cárcel de Quito.

Hay dos pruebas forenses que lo relacionan con el crimen de la quiteña.

Prueba uno: en las uñas de la víctima los médicos legistas detectaron ADN del militar. La Fiscalía presume que Proaño mantuvo una discusión con el uniformado. Él reaccionó y la agredió. Los forenses hallaron hematomas en el rostro y en el cuerpo de la quiteña. Las heridas revelaron que fue arrastrada desde la calle y abandonada en el vehículo.

La Policía la encontró en el asiento trasero del automóvil. Estaba acostada en posición fetal. La autopsia además determinó que fue estrangulada con una bufanda. “La víctima pudo tener una reacción de defensa. Esto ocasionó que en sus uñas se encontrara ADN de Juan Francisco G.”, advierte la Fiscalía.

Prueba dos: los forenses hicieron un análisis de ADN al feto y el resultado fue concluyente: el 99,9% de índice de paternidad era del militar. Del paradero del uniformado poco se supo tras el crimen. Los investigadores lo arrestaron en julio, en Puyo (Pastaza).

En los próximos días se desarrollará la audiencia de formulación de dictamen y llamamiento a juicio en contra del militar.

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