Le debemos una explicación a nuestros lectores. Desde hace algunas semanas, junto al nombre del autor o la precedencia de las notas periodísticas y otros espacios de los diarios aparece una sigla, cuyo significado es ridículamente sencillo para quienes trabajamos en un medio de comunicación.
Pero, qué le pueden decir a los lectores una I, una O, una D o una P. Pues, son las iniciales de las palabras información, opinión, deportes y publicidad. Se trata de que la Ley de Comunicación establece la obligatoriedad de decirle a las audiencias qué tipo de contenido está recibiendo, como si no resultara lo suficientemente obvio. Los legisladores partieron del supuesto de que la opinión de un periodista pudiera tratarse como una noticia o de que algún anunciante pudiera sacar ventaja al exponerse noticiosamente un producto o servicio sin facturar el pago por la publicidad.
Ambos casos son ciertamente posibles pero perfectamente evitables con suficiente rigor profesional. Las empresas periodísticas serias y los diarios con claridad sobre la responsabilidad de su trabajo dividen los espacios editoriales de información y opinión.
Las áreas comerciales que negocian la publicidad que se pauta en los medios mantienen distancia con las redacciones para evitar la mezcla de contenidos promocionales con los informativos. Aquello, sin embargo, como se reflejó esta semana en medios del mundo, no implica que las actividades de una empresa carezcan de interés noticioso.
La multinacional Apple generó tal expectativa mundial sobre el lanzamiento de sus nuevos dispositivos móviles que en cuestión de segundos se convirtió en las aperturas de los ‘homes’ de diarios digitales. Con una sorprendente variedad de enfoques la presentación de los dos nuevos modelos iPhone y el Apple Watch fue portada en los impresos. Que se sepa, en ninguna parte del mundo, ni en Ecuador, algún periodista se planteó si este hecho debía tratarse como información (I) o publicidad (P).